EDITORIAL|
La creatividad de nuestra especie ha llevado a que, desde su aparición el planeta cambiemos adaptándonos tanto a los cambios naturales como a los sociales producto de nuestra iniciativa. Al no estar condicionados en alto grado por el instinto, como en los demás integrantes del reino animal y la predominar el razonamiento, ha funcionado con acierto la frase de Toynbee: la vida es una secuencia de incitaciones y respuestas. En alto grado el instinto contribuye a que nos adaptemos a las variaciones del entorno natural, pero la introducción de cambios proviene del elevado desarrollo de nuestra capacidad de pensar.
La organización social en sus diversas manifestaciones, proviene de nuestra creatividad. La cultura, más allá del cultivo de nuestras facultades superiores es algo que hemos creado para adecuarnos de mejor manera a las condiciones naturales y las que hemos creado. La cultura por naturaleza es cambiante, lo que ha posibilitado el progreso ya que las respuestas que se han dado han contribuido a mejorar las condiciones de vida. En el campo de la salud, el creciente incremento de la expectativa de vida y el elevado aumento de la población, ha demostrado que ha predominado los aciertos en las respuestas ya que, la proyección existencial nos lleva a mejorar las condiciones de vida.
Las condiciones del coexistir son positivas y negativas, el progreso nos lleva a pensar que han predominado los aciertos. La pandemia que nos agrede, es una incitación negativa que ha llevado a un deterioro del ordenamiento social y económico tradicional, que no puede ni debe prolongarse indefinidamente. El retorno a la normalidad que se ha iniciado nos lleva a modificar hábitos cotidianos para coexistir de manera menos negativa con el desconocido coronavirus. Se han dado los primeros pasos antes de que la ciencia encuentre los remedios apropiados. Hay que sacrificar comodidades individuales en aras al bienestar colectivo. (O)
