Un listón rosado prende de la bata de Raúl Alvarado, director del Instituto del Cáncer en Cuenca, es el símbolo de la lucha contra el cáncer de mama, una batalla en la que nadie se rinde a pesar de la falta de recursos y las limitaciones de la pandemia.
El listón rosado es uno de los pocos elementos de coloridos de la oficina de Alvarado, un espacio que tiene el suelo gris del cemento que quedó descubierto tras una inundación y un escritorio lleno de facturas e informes para exigir un pago que no llega.
El Ministerio de Salud Pública (MSP) adeuda alrededor de 6 millones de dólares al Instituto del Cáncer en Cuenca, un dinero que la institución requiere con urgencia para luchar contra la enfermedad de la que mañana se celebra el Día Mundial.
Alvarado se muestra indignado por la falta de pago, pero su rostro aún se ilumina cuando piensa en sus pacientes.
“Muchas han dejado de venir por el temor a la pandemia, pero aquí tenemos de todo para recibirlas, y este fin de semana les vamos a atender en la unidad móvil, nuevamente” comenta.
El furgón de atención de SOLCA estará hoy y mañana en el estacionamiento del Mall del Río, recibiendo a las pacientes que requieran un control, mamografía o examen que les ayude en la prevención de este cáncer, que es la undécima causa de muerte femenina a nivel nacional.
Luchadoras
“La muerte es un paso más de la vida, pero nosotras estamos vivas y queremos sentirnos así, no necesitamos pena, ni lástima” dice Adriana Moscoso, quien integra el Grupo de Ayuda Mutua del área de oncología del hospital José Carrasco Arteaga, del Seguro Social.
Alrededor de 50 mujeres forman parte de este grupo de pacientes, que a su vez son amigas y hermanas que comparten su dolor pero también sus alegrías, y se brindan un apoyo que difícilmente encuentran en otro espacio.
“Sí, tenemos apoyo psicológico, de nuestras familias, de los amigos, pero nadie sino una de nosotras puede entender lo que realmente pasamos” comenta Adriana.
Este hermanamiento ha hecho que las pacientes con cáncer de mama que asisten al hospital del IESS, miren su enfermedad con otros ojos.
“Cuando uno tiene cáncer, la gente piensa que está pagando la condena de un pecado, que deja de ser persona y no es así, nosotras pasamos por momentos duros, es cierto, pero también reímos, bailamos, somos fiesteras y agradecemos todos los días estar vivas” comenta.
Desde su experiencia llaman a la prevención, al auto examen y a los controles permanentes para recibir un tratamiento temprano que haga que sobrellevar la enfermedad no sea tan difícil.
Desde su amistad, piden fuerzas para seguir enfrentando y venciendo al cáncer de mama, sobreviviendo un día a la vez. (JMM) (I)