OPINIÓN|
En breves líneas bocearemos lo que sucede con la política y los comunicadores, ahondado por los intereses particulares y la ambición de estos últimos. Conste que no se habla de los periodistas titulados, porque ellos estudiaron ética, moral y deontología, preparándose con afán para ser hombres de bien y profesionales de provecho. Y ni siquiera se hablará de los comunicadores salidos de la academia, sino de los presentadores de televisión e importunos de las emisoras radiales.
¿Cuáles las diferencias de perspectiva y obligación entre un periodista y quienes usurpan la profesión con cualquier cognomento o adendum? Principalmente en la responsabilidad, porque a partir de ella se levanta la estructura de normas y deberes que debe cumplir en su específica labor. En muchos países del mundo las instituciones más confiables de la sociedad han sido las FFAA, la Iglesia, la Universidad y los Medios de Comunicación Social, en las que trabajan profesionales con solvencia moral, ética, científica, social y cultural.
A estos últimos se han catapultado personas con verborrea plebeya para cumplir consignas de sus tutores, además con un ego patológico y ambición de poder. Si antes se censuraba porque cualquier hijo de vecino se candidatizaba a puestos de elección popular como cantantes, futbolistas, reina de belleza, alfayates o líderes de mercado, ahora se apuntan a falsos periodistas, es decir a los presentadores de televisión y dueños de frecuencia que se han alzado con una candidatura, por haber sido domésticos de ideologías y líderes políticos.
Siempre han existido prensa de una u otra tendencia claramente identificados, pero de ahí que hagan tabula rasa para sus fines mezquinos, es censurable. Vemos a un presentador apasionado que desde la TV entrevistaba y comentaba a favor de quien le subvencionaba, ahora exige su parte para la Vicepresidencia.
Otro fogoso de la TV fue defraudado porque su patrono no aceptó la candidatura a la Presidencia. Sobrepuesto de su frustración arroja dardos en contra del sentenciado de Bélgica y sus secuaces, además de los que no son de su simpatía. Otro político de cepa, ex prefecto también cuestionado, dueño de una radio y un partido político, ha prestado estos bienes para que se reagrupen los bandidos de ayer y regresen al poder. (O)