OPINIÓN|
Cuenca vive el bicentenario de su independencia en medio de una crisis perfecta donde confluye la penuria fiscal, desempleo, pobreza, angustia, irresponsabilidad ciudadana, decepción política, el azote del centralismo y la peste del Covid -19.
Llegamos al bicentenario con un deterioro agudo de la vialidad con constantes interrupciones de tránsito, retroceso en la conectividad aérea, gravísimas amenazas a las fuentes de agua, injusta distribución de recursos fiscales y decisiones arbitrarias e inconsultas del poder político central.
Los actos de corrupción que han perjudicado a los intereses de Cuenca y la región no han sido esclarecidos y gozan de impunidad como son los relacionados con la estabilización de La Josefina por Equitransa, construcción de la hidroeléctrica Dudas-Mazar, poliducto Pascuales-Cuenca, planta de gas de Bajo-Alto, cierre de Coopera, construcción de la vía Gualaceo-Limón, Circo Social, escuelas del Milenio, contratos iniciales del tranvía, concesiones mineras y tráfico de oro sucio entre otros.
Como resultado del centralismo concentrador de recursos, instituciones, trámites y decisiones, Cuenca ha sufrido retrocesos graves en materia de competencias en telecomunicaciones, así como en el paquete accionario y gestión de sus empresas eléctricas y el control de las intervenciones del Estado Central en el territorio del cantón, tales como las decisiones desde Quito sobre zonas donde proviene el agua para Cuenca.
El centralismo a Cuenca le ha succionado recursos, extinguió el CREA, trasladó sedes institucionales, ahora va por la sede de la escuela judicial, suprimió beneficios aeroportuarios, recortó el servicio aéreo, absorbió el paquete accionario de las empresas eléctricas, suprimió el peaje para el mantenimiento de la vía a Paute, impone políticas públicas inconsultas con los gobiernos locales. En fin, conjuga el verbo quitar en todos los tiempos.
Cuenca en unidad con otros cantones y provincias del austro debe hacer respetar la autonomía y descentralización, recuperar la presencia política y reivindicar sus derechos en los planes y proyectos de obras públicas, oponerse dignamente a las decisiones del centralismo que trata al territorio Cuenca como su hacienda. Ajustemos cuentas y a defender a Cuenca. (O)