Ciudad hermosa

Francisco Chérrez Tamayo

Cuenca, Ciudad bicentenaria, orgullo del Ecuador; situada entre valles, praderas y colinas, como las de Cullca y Turi, que te escudan como celosos guardianes; cercada por 4 ríos de aguas cantarinas; con riveras adornadas por capulíes, sauces y retamas. Eres una campiña vestida de polleras, candongas y sombreros de paja toquilla. Sumas a los hermosos parajes que dejan a su paso el Yanuncay, el Tarqui y el Machángara, al imponente Tomebamba, que serpentea refrescando las orillas del Vergel, el ¨Puente roto”, y la Universidad, convirtiéndolas en acuarelas de pintoresca variedad. Tienes el barranco que es un balcón de ensueños, que a los habitantes de “El Vado”, la Escalinata y Todos Santos, adormece sus sueños. Tu centro histórico, de calles angostas y empedradas, por donde circula imponente el tranvía multicolor, sirve de entrada a las iglesias coloniales, cuyas  torres y cúpulas, se conjugan en armonía con la plaza de las flores y las casas ancestrales; para tornarte en patrimonio de la humanidad, honroso título que lo ostentas con dignidad. Tu arte culinario respeta las tradiciones, conservando platos típicos de antiguos fogones, como el cuy, la carne asada, la “cascarita”, las “papas locas”, y el mote pillo. Mantienes con arte y emoción, ritos de multicolor despliegue, como el “jueves de compadres”, “el carnaval”,  el “Septenario”, y el pase del “Niño viajero”,  donde  se derrochan globos, serpentinas, castillos, flores, juegos pirotécnicos, bandas de pueblo, y “Vacas locas”. Ciudad cuna de inteligentes y guapas mujeres; de hombres trabajadores y honrados, que te brindan sus  honestas labores; siempre con brazos abiertos para el forastero, ya que lo cortés está primero. Aquí vive gente virtuosa, estudiantes, personajes ilustres, poetas, intelectuales, campeones, hábiles orfebres, insignes escritores; no hay duda que del mundo, eres una de las mejores. Metrópoli egregia, bella y noble; llamada la “Santa Ana de los 4 ríos”, la “Cuenca de los Andes”, la “Atenas del Ecuador”, en verdad te mereces todo título y todo honor. Por lo que eres y por lo que representas, te quiero y te idolatro desde la cuna, porque ciudad como mi Cuenca, ¡ninguna! (O)