Cuenca es una ciudad que tiene arte, cultura y tradiciones, lo que la hace particular y la ha
convertido en un destino para turistas nacionales y visitantes extranjeros, que incluso han optado por esta ciudad como un espacio de descanso.
Pero Cuenca tiene cosas ocultas y otras que son cotidianas, y que pueden pasar por desapercibidas por quienes viven en esta urbe, pero son un atractivo para los extraños.
Por ejemplo, la cripta, que está en la parte baja de la Catedral La Inmaculada, que tiene tres accesos. Un por la calle Padre Aguirre, otro por la Sacristía y un tercero por la calle Mariscal Sucre.
La forma de esta cripta es la de un callejón largo con bóvedas funerarias a cada lado. Allí están sepultados algunos de los personajes ilustres de la ciudad de Cuenca.
Entre ellos: Remigio Crespo Toral, Antonio Vega, Fray Vicente Solano; al igual que obispos de la ciudad como Miguel León, Manuel María Política, Daniel Hermida, Manuel Serrano Abad; y el constructor de la catedral: Luis Antonio Chicaiza.
También hay cosas que para algunos significan un atractivo, pero para otros son parte de la cotidianidad, como por ejemplo el monumento al palo ensebado, que está en El Vado, y que tiene cerca de 10 metros de alto.
Y es el palo ensebado es un juego tradicional que se daba en las fiestas de los pueblos con el objetivo de alcanzar los premios y sobre todo divertirse, lo que atraía a barrios completos.
También en esta zona está la Casa de la Lira, que es uno de los elementos que fue tomado en cuenta para designar a Cuenca como Patrimonio Cultural de la Humanidad. Es una representación de la tradición musical de Cuenca.
En la calle Santa Ana, que está junto a la Catedral La Inmaculada, igualmente se puede observar una especie de fosa, que está cubierta con vidrio para proteger vestigios arqueológicos.
Texto: Cristian Sánchez
Fotos: Xavier Caivinagua