Tener 17 binomios buscando la presidencia y vicepresidencia en febrero de 2021, es un hecho sin precedentes en la historia política del país; para muchos es saludable para la democracia que denota ser fuerte e inclusiva. Sin embargo, cantidad no es calidad, fragmentación no es pluralidad. Un número excesivo de binomios produce confusión en el electorado; retener los nombres de todos se dificulta, más aún sus propuestas de gobierno.
Lejos estamos de tener un sistema de partidos sólido; elemento sustancial de las democracias sanas. El electorado se vuelve volátil y es bajo el número de ciudadanos que se fideliza con una misma organización en dos elecciones seguidas. Entre los 17 binomios existen muchos matices y no posturas claras entre izquierda y derecha; y esto poco o nada aporta a la consolidación de la democracia.
La rendición de cuentas de dificulta frente a la posibilidad de mantenerse o desaparecer de una elección a otra. Más, no es mejor, cuando se trata de aportar a la calidad de la representación política. (O)