“Me hueles a canela y a banana
herida siempre y siempre maltratada
soñando libertad”, (José Luis Perales)
Bella la música, la letra y el cantar de este poeta y músico español, elogiando
a América y a su anhelada Libertad.
Esa Libertad que sorprendió a la tiranía asomándose a los héroes del ayer que la historia entregó al futuro, mostrándoles ese fuego interior que sigue ardiendo en las naciones americanas y que palpita en sus volcanes y sus sierras, en sus costas y praderas, en su luz y en su tierra que huele, dice Perales:
“ … a torrente y a quebrada
a sangre campesina derramada
para tu libertad”,
Esa misma libertad que como eco lejano quedó vibrando en el firmamento cuando un poeta indígena en la muerte de Atahualpa exclamó: “¡Anocheció en la mitad del día!”, grito que echó raíces en la tierra sembrando “… merengue y bolero”; “caña y café”; “maracas y guitarras”, para merecer una “eterna primavera”, con olor de “futuro y libertad”, donde la raza ayer vencida brille en sus noches y en sus días iluminándose con los antiguos dioses, “soñando frente al mar”, fortaleciendo su alma con la “de emigrantes que se fueron y nunca volverán”. (O)