Apenas surgieron los candidatos a la presidencia de la República, tres tomaron la delantera, según las encuestas que conceptúo coinciden con el imaginario nacional: Guillermo Laso (CREO-PSC), Andrés Aráuz (UNES) y Yaku Pérez (Pachakútik). Siendo la votación para asambleístas por listas cerradas, más que nunca ellos arrastrarán a los suyos, posibilitando mayorías que ayuden la gobernabilidad, siempre y cuando mantengan coherencia hacia las tesis ideológico-programáticas que les llevaron al poder.
Frecuentemente las encuestas fallan, dicen algunos así como los candidatos sin chance de triunfar. Tienen razón. Pero es porque cometieron tres errores fundamentales: no hacerlo con rigurosidad científica; creer que daban cifras absolutas cuando son únicamente sondeos, tendencias, proyecciones; someterse a intereses y presiones de los contratantes o inclinaciones partidistas. Confío que aquellas encuestadoras calificadas para las elecciones en curso, no caigan en lo mismo, permitiéndoles recuperar la confianza ciudadana.
La campaña electoral arranca oficialmente el 31 de diciembre, pero ya llena las redes sociales con énfasis del correísmo, cuyos aspirantes presidenciales despliegan intenso proselitismo que les ayuda a superar las impugnaciones ante el CNE, y destacar las ejecutorias de la revolución ciudadana. Basados en las encuestas confían triunfar y entonces revisar varias sentencias judiciales, considerándolas persecución política, tal como hacen los nuevos gobiernos de Argentina y Bolivia.
Pero más allá del campo electoral, toda actividad productiva trabaja con encuestas y proyecciones sobre su aceptación entre el público, y las variables que éste le impone. Lo cual supone sondeos directos o mediáticos, especialmente a través de la publicidad convertida en ciencia promocional. (O)