Delgado, de temperamento nervioso, Galo Muñoz Arce era un hombre que, desde pequeño, sintió pasión por el periodismo y la literatura. Allá, en su Cañar natal, con guía de su abuelo, el también periodista Alfonso María Arce, que, en la tercera década del siglo pasado, fundó un periódico que haría época en el cantón cañarense, “El Carácter”.
Galo Muñoz se hizo periodista solo, es decir cuando no existía en el Austro una facultad de Comunicación. Para él los secretos del oficio no eran tales, y tampoco la ética que es consustancial para el ejercicio periodístico. Deambuló en su juventud, siguiendo la pasión de su oficio por Cuenca y Quito, donde también se estrenó en la militancia política de izquierda, pero sin adscribirse a ningún partido, ya que su vocación era la de “free lance” y francotirador de ideas y sueños.
Su otra pasión fue la literatura, escribió cuentos y poemas, y formó parte del Frente Cultural del Cañar, junto con otros jóvenes de entonces, años setentas y ochentas del pasado siglo, con la Revolución Sandinista de Nicaragua, entusiasmado por el hecho histórico, le faltó tiempo para liar maletas, y viajar hacia Managua, que lo recibió con el olor fresco de la pólvora y las huellas en los muros de los disparos en los últimos combates de los sandinistas contra las fuerzas de Somoza. Visitó la tumba, aún fresca del Comandante “Ariel”, el ecuatoriano nacido en Nabón, que falleció de un disparo en la Batalla de León, y Galo Muñoz de inmediato se incorporó como periodista en las fuerzas que combatían, por entonces a la denominada “Contra”, es decir los grupos mercenarios financiados por el gobierno norteamericano de Reagan, que de esta forma querían acabar con la naciente revolución del pequeño país centroamericano.
Galo Muñoz se adató muy pronto al país y se convirtió en un “nica” más, que frecuentaba las redacciones periodísticas y los grupos culturales presididos por el sacerdote y poeta Ernesto Cardenal. Sin embargo, la Revolución Sandinista, evolucionó, o mejor dicho involucionó a un gobierno autoritario, represivo y corrupto encabezado por el “ex héroe” Daniel Ortega. Galo Muñoz, junto con otros periodistas honestos de Nicaragua, combatió a Ortega, por lo que fue sacado de ese país y volvió a su tierra natal, Cañar, para morir quizá de nostalgia por sus sueños rotos. (O)