Por estos días, uno de los principales valores que debemos promulgar a toda la sociedad y de la cual nos debemos embeber por completo es la ética, y no nos referimos únicamente a esos efectos de falsas moralinas y de preceptos conservadores que pueden hacernos creer que ser ético es solo un comportamiento momentáneo o una actitud frente a una determinada situación, sino que hacemos hincapié a esa forma particular de vida que debe existir en todos quienes formamos parte de una sociedad, sea como padre, esposo, hijo, profesional o como un miembro de una comunidad determinada.
Si buscamos una definición de ética, podemos encontrar que se refiere a una disciplina filosófica que estudia el bien y el mal y sus relaciones con la moral y el comportamiento humano, para lo cual debemos partir de que la relación o evolución de esta disciplina depende única y exclusivamente del conglomerado social, espacio en el cual se siembran y cosechan los valores y de los cuales vivimos las consecuencias en el corto, mediano y largo plazo.
Bajo este contexto, la Universidad del Azuay, entre otros centros educativos, y un grupo de gestores impulsadores de mejores días para nuestra colectividad han fraguado un espacio denominado: Congreso Internacional Ética, Universidad y Sociedad, evento que tendrá lugar los próximos 25, 26 y 27 de noviembre.
Si buscamos los objetivos que persiguen los creadores de este espacio podemos encontrar que se pretende fortalecer la relación universitaria y ciudadana para el análisis de la realidad social en la cual se desarrollan espacios de pensamiento y discusión, situación que indiscutiblemente aplaudimos e impulsamos para que se gesten con mayor ocurrencia.
Recordemos siempre que, la siembra es voluntaria, pero la cosecha es obligatoria. (O)
