La reducción extrema de los caudales de los ríos y quebradas en Cuenca, además de provocar racionamientos de agua potable, causa impactos negativos en el ecosistema.
Para Romel Saldaña, biólogo e investigador, la falta de caudal interrumpe una función natural y ambiental que tienen estos afluentes: transporte de sedimentos y alimento para las especies que viven o depende en este.
Esto produce un alta mortandad de peces y microorganismos propios de la vida de las fuentes hídricas y que funcionan como un indicador consustancial de la calidad del ambiente.
“Aparte de esto también se puede presentar una descomposición de la materia orgánica y de la poca agua que queda represada por la falta de oxígeno. Esto en cambio ya sería un foco de contaminación…”, señaló.
Refirió que generalmente en las ciudades y otras zonas pobladas los ríos y quebradas son usados para la evacuación de las aguas servidas que salen de las viviendas. Al no haber caudal estos desechos se represan.
“Las aguas subterráneas también se ven afectadas al secarse los ríos. Aún hay gente que obtiene agua de pozos y esos pozos se están secando día a día como efecto del cambio climático…”, señaló.
De acuerdo con la Empresa de Telecomunicaciones, Agua Potable y Alcantarillado (ETAPA EP), ayer el río Tomebamba tenía un caudal del 0,28 metros cúbicos (m³/s) por segundo; el Yanuncay 0,27; el Tarqui 0,22 y el Machángara 5.
El caudal promedio del primero de estos afluentes está entre 8 y 10, mientras que el del Yanuncay y Tarqui está en cuatro y tres, respectivamente. En tanto que el del Machángara es de cuatro y cinco.
Fabián Cazar, de la Gerencia de Agua Potable y Saneamiento de ETAPA EP, descartó que en Cuenca la baja de caudales sea un riesgo de contaminación por aguas servidas.
Y es que explicó Cazar, los cuatro principales ríos de Cuenca: Yanuncay, Tomebamba, Tarqui y Machángara, tienen interceptores que recogen las aguas y las llevan hasta la Planta de Tratamiento de Aguas Residuales de Ucubamba.
En el caso del Tarqui los interceptores llegan hasta Tarqui; en el Tomebamba están hasta Gulag y Marianza; en el Machángara, recientemente terminó un tramo en el área de altura, y en el Yanuncay también están en la zona alta.
“El problema que hemos visto ahora y se está presentando son en algunas de las quebradas, la ciudad ha ido creciendo y la gente lo que hace es botar a las quebradas…”, indicó.
El funcionario señaló que en varias quebradas ya han construido también interceptores, mientras que en algunas están en construcción. En otras se complica por la distancia y porque resulta costoso para el número de habitantes.
OPCIÓN
Para Carlos Merchán, ingeniero civil e investigador en hidrología, en época de estiaje se evidencia la necesidad de la construcción del Proyecto Hidroeléctrico Soldados-Yanuncay, en la cuenca del río Yanuncay.
Se trata de una hidroeléctrica que tendrá una represa de agua tipo tierra de 42 metros (m) de altura, con una capacidad de 21 millones de metros cúbicos (m³). Además, dos centrales en cascada: Soldados, la una; y Yanuncay, la otra.
Es similar a lo que ocurre en la cuenca del río Machángara, donde en la zona alta están las represas de Chanlud y Labrados, que alimentan a la Central Hidroeléctrica de Saymirín.
Estos embalses ayudan a que el río tenga un caudal controlado, y asimismo en temporada de lluvia sirven para evitar inundaciones.
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