Es mucho lo que nos jugamos. En una sociedad como la nuestra, donde los valores morales y la ética son simples datos de referencia que casi nunca se aplican, es mucho lo que nos jugamos cada vez que nos lanzamos al abismo de un nuevo proceso electoral. Y pese a saberlo bien, nuevamente permitimos que los viejos caudillos y los nuevos rostros del mismo pasado, tercien por el voto popular, para perpetuar el atraco.
Y si, somos nosotros los que lo hemos permitido. Los que seguimos desviando la mirada mientras la vieja política, que pensábamos extinguida, vuelve a proyectarse como una sombra sobre nuestro suelo. Por eso creo que es importante que recuperemos la capacidad de asombro. Necesitamos volver a indignarnos. Patear la mesa y volcar los estantes cuando alguien diga que se puede justificar la corrupción “porque hace obra”, que es válido aceptar “una comisión” para el financiamiento del partido o el movimiento político. ¡Y no! ¡Mil veces no! Porque nos han ensañado a pensar que esos son los gobernantes que merecemos. Que no podemos aspirar a más. Complejo de inferioridad que nos han ensañado a creer parte de nuestra identidad.
Más de década hemos vegetado a la sombra de esta oscura y corrompida revolución. Más de una década nos han enfermado y dividido, sembrando el odio entre los hermanos de una misma tierra. Pues bien, si de sembrar el odio hablamos, entonces adelante. Aprendamos a usarlo a nuestro favor. Pero no el odio al prójimo que piensa diferente. No el odio del fanático que se convierte en intolerancia. Nunca jamás el odio dirigido a la persona, sino al sistema. A la corrupción absurda que nos mantiene en el subdesarrollo. Vamos a rescatar los odios buenos, los que ennoblecen. Vamos a dejar que la rabia popular se depure. Se limpie de banderas y vanidades. Se haga más limpia. Se convierta en ideal y en utopía.
No es mesura lo que necesitamos, ni ha llegado aún la hora de la calma. Es la indignación popular lo que ahora necesitamos. La rabia noble y linda del pueblo, que un día se convertirá en trabajo y esperanza… (O)