No tiene sentido la acción por sí sola, no puede ser una carrera por la actuación -en todas sus acepciones-, velocidad, antifaz o indefinición del natural proceder.
La acción debe estar acompañada por una corriente del entendimiento de su sentido y razón vinculada a un estadio superior. La acción no guarda razón si a ésta no le acompaña, o, mejor dicho, no le acompasa un ejercicio del por qué de la manifestación o expresión volitiva. Se trata, del entendimiento de un sentido de vida por el otro, en donde lo imperativo no sea lo fugaz y útil, aún menos lo eficaz y no afectivo. Comprende la pausa, valoración de lo bueno y malo, de lo correcto e incorrecto, del sentido de vida.
Lo debido entra en profunda contradicción con la carrera por la supervivencia fatua. Es decir, se trata de repensar la comprensión del: “luces, cámara y acción” para una resignificación virtuosa, o si se quiere, plena, en donde exista un ejercicio meditado de la acción o por qué de la omisión, encontrando entonces, sostén y área para el desarrollo del pensar en: el deber ser, camino a la felicidad, no daño y vivir en armonía. Vivir en conciencia. En una ética para la acción.
Sí. Luces, cámara y ética. Luego acción. Después las ejecutorias. Por ejemplo, Weber sostuvo que la racionalidad jurídica ha de venir acompañada de una propiedad esencial para el derecho que es la legitimidad, una comunión entre normas, acciones reguladas y principios éticos, solo entonces, habría una racionalidad válida. El mismo autor -alemán- concluye sobre la política, definiendo a ésta como un oficio y vocación a la vez (beruf en alemán) que proviene de berufen, cuyo significado es estar llamado a algo, luego, aquel llamado atiende y entiende del deber ser del actuar, de la acción, entonces del ejercicio ético.
El Congreso Internacional de Ética, Universidad y Sociedad que reúne a las cuatro universidades de la Ciudad se desarrollará los días 25, 26 y 27 de noviembre en un tiempo de sonoros ruidos, incertidumbres y urgencias por la pandemia. En un contexto, yo diría, de apagar las cámaras, las luces y la acción, para reflexionar, comprender, deconstruir e introducir a la ética como centro de la acción humana moderna. (O)