El presidente saliente de EE.UU., Donald Trump, insistió en seguir con su hasta ahora estéril estrategia legal para desafiar el resultado de las elecciones, mientras cada vez más republicanos le daban la espalda y los demócratas alertaban del efecto «corrosivo» de sus maniobras.
Los abogados de la campaña de Trump se negaron a encajar el profundo revés que recibieron el sábado en Pensilvania, donde un juez federal desestimó su demanda más importante en ese estado clave, y presentaron un recurso este domingo ante una corte federal de apelaciones.
EL COMPLICADO OBJETIVO DE LLEGAR AL SUPREMO
El objetivo del equipo de Trump es llegar «cuanto antes» al Tribunal Supremo de EE.UU., la corte a la que el mandatario se encomendó la misma noche electoral del 3 de noviembre, antes incluso de que se supieran los resultados y se confirmara que, según las proyecciones de los medios, había perdido frente al demócrata Joe Biden.
No obstante, la apelación de la campaña de Trump difícilmente podrá impedir que Pensilvania certifique la victoria de Biden en ese estado esta misma semana, e incluso si el Supremo aceptara el caso, algo que no está nada claro, los abogados del mandatario lo tendrán complicado para demostrar un fraude en esa región.
El magistrado que desestimó el sábado la demanda era conservador, y alegó que la campaña de Trump había recurrido a «argumentos legales defectuosos y sin mérito, y a acusaciones especulativas» en su intento de invalidar cientos de miles de votos emitidos por correo en Pensilvania.
Incluso si el Supremo aceptara el caso y fallara a favor de Trump, algo muy improbable, el mandatario necesitaría aún demostrar un fraude mayúsculo en varios estados más para revertir la ventaja de Biden en el Colegio Electoral, de 306 votos frente a 232.
El fracaso de las demandas de Trump en Pensilvania, Michigan, Georgia, Nevada y Arizona no parece haber acercado ni un ápice al mandatario a la idea de reconocer la derrota, y su campaña pidió este sábado un segundo recuento de los votos en Georgia, donde las autoridades ya certificaron la victoria de Biden.
DRAMA EN EL EQUIPO LEGAL DE TRUMP
Mientras, el equipo de abogados de Trump sigue diseminando denuncias sin pruebas, y su rocambolesca saga dio este domingo un nuevo giro cuando dos de los letrados, Rudy Giuliani y Jenna Ellis, se distanciaron de la tercera integrante del equipo, Sidney Powell.
«Sidney Powell practica derecho por su cuenta. No forma parte del equipo legal de Trump», afirmaron en un comunicado Giuliani y Ellis, a pesar de que esa abogada participó junto a ellos en una larga rueda de prensa el pasado jueves.
No está claro a qué se debe la marginación de Powell, pero esa abogada es una seguidora del movimiento conspiratorio QAnon que el sábado prometió que iba a «hacer estallar» el estado de Georgia con una demanda «bíblica», y a la que ha criticado uno de los aliados más poderosos de Trump en la cadena Fox News, Tucker Carlson.
El comunicado de la campaña de Trump llegó, además, poco después de que Chris Christie, un exgobernador republicano de Nueva Jersey que hasta el mes pasado era uno de los confidentes cercanos del presidente, asegurara que la conducta del equipo legal del mandatario es «una vergüenza nacional».
«Las elecciones tienen consecuencias, y no podemos seguir actuando como si hubiera pasado algo que no ha ocurrido», dijo Christie en referencia a las falsas denuncias de fraude, durante una entrevista con la cadena ABC News.
MÁS REPUBLICANOS CONTRA LA ESTRATEGIA LEGAL DE TRUMP
El exgobernador, que ayudó a Trump a prepararse para sus debates contra Biden, criticó a los abogados del mandatario por promover ante los medios teorías no demostradas sobre una presunta conspiración demócrata, que luego no repiten una vez que les toca defender ese tema ante los tribunales.
«Eso debe significar que las pruebas no existen», opinó Christie.
Sus críticas a la campaña de Trump se sumaron a las que reiteró el gobernador republicano de Maryland, Larry Hogan, que espetó al presidente en Twitter: «Deje de jugar al golf y reconozca la derrota».
A ese coro de republicanos, todavía pequeño y que no incluye a los líderes en el Congreso, se añadieron este fin de semana dos senadores más, Pat Toomey y Kevin Cramer: el primero opinó que el mandatario ya ha agotado las vías legales y reconoció la victoria de Biden, y el segundo afirmó que es hora de comenzar la transición.
El que será el jefe de gabinete de Biden cuando el presidente electo asuma el poder el próximo 20 de enero, Ron Klain, tachó ese domingo de «corrosivo» el bloqueo de Trump al proceso de transición.
Aunque Biden tiene previsto nominar el próximo martes a los primeros miembros de su gabinete, el hecho de que el Gobierno no haya certificado su victoria en las elecciones, algo extraordinario, impide que el FBI empiece a revisar los antecedentes de esos futuros funcionarios, lo que puede retrasar su incorporación al cargo.
«El asalto de Trump a nuestras elecciones no cambiará el resultado. Joe Biden hará el juramento de su cargo, y Trump se irá de la Casa Blanca antes de eso. ¿Pero cuánto daño hará a nuestra democracia antes de irse?», planteó Klain en una entrevista con ABC News. EFE