No, mi amigo lector, no se trata de calzar zapatitos de paja o disfrazarse de artesano, tampoco cantar canciones sentimentales que alaben a la patria chica y demás cursilerías que no hacen nada más que poner en evidencia el afán de protagonismo y un populismo recurrente. Se trata, como dice Bárbara Velasco representante del Consejo Mundial de Artesanías, de un proceso permanente de protección y estímulo a aquellos que trabajan en los más diversos campos; diez oficios fueron los que provocaron la designación de Cuenca como “Ciudad Mundial de la Artesanía” además de otras razones significativas. Esta designación no simboliza nada si el apoyo ¡económico! y cultural en todas sus formas no se hace presente. La realidad de nuestros artesanos es denigrante y todos debemos poner el hombro para apoyarlos. Ahora que Cuenca es ciudad industrial por excelencia y se ha invisibilizado la cultura en todas sus manifestaciones, es urgente que estos reconocimientos, tan importantes, no queden como anécdota y brillo de unos pocos personajes. Debemos afirmar que existen seres que han dedicado su vida a la promoción de las artesanías y eso salva muchas de las complicaciones presentes, vaya para ellos el abrazo y la felicitación sincera, sin embargo, insistimos que de las condecoraciones y medallas no se vive. Ojalá y por motivo de Navidades alguien se acuerde de comprar un pesebre. (O)
CMV
Licenciada en Ciencias de la Información y Comunicación Social y Diplomado en Medio Impresos Experiencia como periodista y editora de suplementos. Es editora digital.
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