La organización social procede de las decisiones que tomamos los ciudadanos. Este es un punto de vista ligado a la libertad. En efecto procurar que el Estado sea organizado por la libre determinación del pueblo, es el requisito básico de la democracia. Desde la pretensión humanista de la historia así se ha venido definiendo el largo proceso de la cultura para abrir los horizontes de nuevos espacios de realización.
En el pasado se encuentran los datos del permanente proceso de liberación de las mentes y por cierto de la definición de los principios y valores que han guiado a la humanidad en su pretensión de dignidad. Las transformaciones sociales han devenido en la creación científica para los múltiples órdenes del conocimiento y por estos caminos la educación se ha constituido en el proceso eficaz de ilustración, siendo la familia el núcleo idóneo de formación integral. La educación personalizada es la clave de del desarrollo. Víctor García Hoz y Paulo Freire entre otros pedagogos aportan en esta dimensión.
Desde esta premisa, debemos definir los procesos de organización estatal en función del desarrollo integral del ser humano. Pretender una sociedad de ciudadanos, en la plenitud de la conciencia solidaria, es cambiar profundamente los sistemas de vida, del egoísmo a la fraternidad, del paternalismo a la creatividad, del dominio del instinto a la capacidad de la razón y del libre pensamiento. Es pasar a una etapa más humana y científica, respetando a la naturaleza y sus enseñanzas. Este cambio sistémico necesita de la ética vital porque asumimos el sentido real de vivir a plenitud. (O)