OPINIÓN |
‘Potare’ es un verbo latino que significa “beber”. Al referirnos al más noble compuesto natural y gestor de proceso biótico como es el AGUA. Es un privilegio para Cuenca el contar con la calidad y reservas hídricas en los pajonales situados alrededor del valle citadino. Pero hay peligros varios que acechan a esta suerte de abrir una llave y poderla beber con sabor grato y alta calidad, lo cual, no ocurre cuando visitamos ciudades hermanas.
La OMS cita que una persona consume en promedio 100 litros/día, para consumo alimentario, higiene y otros usos como producción hidroeléctrica, deportes acuáticos, etc.
Son impactantes las cifras que en un minuto una ducha abierta consume 12 litros/min, el lavatorio 6 l/min, el lavador de cocina 8 l/min, lavar el auto o regar el jardín consumo 10 l/min, cada uso del sanitario significan 10 litros.
Altos consumos y pérdidas se generan por fugas, defectos de tubería, válvulas y goteo en unos casos visibles y, en otros casos, invisibles por estar bajo tierra y con tuberías metálicas de edad mayor a 25 años. Malos usos como mantener la llave abierta mientras el aseo dental, lavado de autos, jardinería, mantener grifería abierta mientras se hace enjabonado de vajilla, etc.
Mientras Cuenca disponga de sus humedales andinos, podrá ETAPA continuar procesando cifras del orden de 1935 litros/segundo, de los cuales, las pérdidas por fugas, usos incorrectos y desperdicios están presentes, con lo cual, los perjudicados somos los cuencanos, cuyo norte es sanitario, humanitario y de servicio; principio universal que busca precautelar el bien de la sociedad no lucrando por tan vital servicio. Pero, no existe reciprocidad ni educación en muchos usuarios que dilapidan este nobilísimo recurso y, entre otras razones, por el incipiente costo que tiene el oro azul potabilizado. (O)