Los avances tecnológicos a partir del siglo XX y su consiguiente impacto en el ordenamiento de la conducta individual y colectiva, han superado a los que tuvieron lugar en todos los siglos anteriores. La tecnología en comunicación es quizás el que mayor peso ha tenido. Estos cambios, inicialmente novedosos y manejados por grupos reducidos, se han ampliado a todos los estamentos sociales como la radiodifusión, la televisión y la telefonía. Es evidente que satisfacen una serie de necesidades, pero a la vez, como siempre ha ocurrido, crean otras que se expanden a todas las colectividades al dejar de ser un privilegio o luja de una minoría.
En nuestros días, en las últimas décadas, los acelerados avances en informática e internet son evidentes y las innovaciones ocurren a ritmo muy acelerado, sin tener que esperar generaciones para que se den. La pandemia nos ha mostrado con claridad esta relación tecnología y difusión. Al vernos forzados a suspender la educación presencial y reemplazarla por la virtual, todos requieren de esta forma de comunicación y que hay sectores –los más necesitados- que carecen de esta tecnología con la consiguiente consecuencia de no poder ejercitar el derecho a la educación que en nuestros días es una obligación, hasta ciertos nivel.
Hace unos días, medios de comunicación locales informaron que la municipalidad de Cuenca ha instalado los implementos necesarios para ampliar la posibilidad de acceso al internet sin tener que hacer gastos. El internet gratuito es una meta que comenzó a funcionar desde hace algunos años y su ampliación en una ciudad que crece es indispensable. No se está facilitando el acceso a un lujo a toda la población, sino de una necesidad imperiosa. Esperamos que se avance en este campo y que la gratuidad sea una realidad. Además de la educación, hay cada vez más gestiones para realizarlas por esta vía. Creemos que esta meta debe extenderse a todo el país, especialmente a los sectores rurales que más lo requieren.