_ Según el marco legal (que es un marco apolillado y deslustrado al momento) cada año una comisión de empleadores y trabajadores debe fijar el alza salarial correspondiente al próximo período anual, pero hoy no hubo ni acuerdo ni alza.
_ Según los teóricos del Ministerio del Trabajo, hay que hacer una serie de piruetas teóricas, ejercicios del pensamiento, cuadros comparativos, ponderaciones sobre la inflación, etc., etc., a fin de que, cual una maravillosa alquimia, surja el monto del incremento salarial anual, que debería estar de acuerdo al índice inflacionario del período.
_ Sin embargo, serán cosas de la pandemia, de acuerdo a estos teóricos, sucede que, tras las intensas elucubraciones teórico-laborales, en este infausto año del coronavirus, en lugar de elevarse el salario básico unificado, más bien tendría que reducirse, planteamiento que no pudo plasmarse en una cruel realidad, porque la Constitución, que, según los profesores de primer año de Jurisprudencia, es “La madre de todas las leyes”, prohíbe taxativamente reducir el salario básico unificado.
_ En las reuniones frustradas de empleadores y trabajadores, el sector laboral planteó un alza de 80 dólares, lo cual fue considerado como algo inaudito, igual que un becerro de dos cabezas, por la parte empleadora, que aseguró que si se incrementada un solo dólar del salario básico, cundirían los despidos de trabajadores, porque ninguna empresa, taller, fábrica, maquila, mercadillo y similares, resistiría tal impacto.
_ Por su parte, los trabajadores consideran que el costo de la canasta básica, que en realidad no es una canasta ni de totora ni de plástico, ni siquiera una canasta navideña de las más baratitas, hace rato sobrepasó el nivel de los bolsillos, ya que todo sube y sigue subiendo desde el agua y la luz, hasta los aguacates y las papas, ni se diga la carne, que alcanza precios mitológicos en algunos centros de expendio.
_ Pues nada, como dice Cantinflas, a subir un agujero más en el cinturón, de lo contrario se nos caen los pantalones. (O)