Por: Jorge Dávila Vázquez // Rincón de Cultura
En la segunda generación posromántica destella el que para muchos es el primer nombre de la poesía del siglo XX cuencano, Alfonso Moreno Mora, cercano a una sensibilidad romántica, a la tierra, su gente, sus costumbres, poderoso en su expresión, anuncio de lo que vendrá luego.
Le rodean nombres como Miguel Ángel Moreno Serrano, Agustín Cuesta Vintimilla, Manuel María Ortiz y Remigio Tamariz Crespo, grande y un tanto soslayado, pese a ser dueño de un admirable sentido del ritmo y la musicalidad; así como Alfonso Malo Rodríguez, y Gonzalo Cordero Dávila, cuyos valores son nítidamente expuestos.
Las dos grandes figuras que emergen en el capítulo V, La conciencia y el lenguaje son César Andrade Cordero, poeta de la tierra, el paisaje, el arte, y el sentimiento vecino del erotismo y Mary Corylé, la voz mayor de la lírica erótica temprana del país. Rodeados de un numeroso grupo de versificadores y poetas.
En lo que sigue, Tello centra la atención en la figura mayor de la lírica cuencana, César Dávila Andrade. Poeta de lo humano y lo divino, cronista del dolor indígena, dueño de una impresionante producción .
El capítulo VI, El mundo y la conciencia, ubica en lo más alto de nuestra lírica contemporánea al Grupo Elan, y destaca la figura inmortal de Efraín Jara Idrovo, descollando entre sus contemporáneos. Elan es la ruptura con casi todo lo anterior, construyendo una auténtica nueva poesía cuencana.
Alfredo Vivar, un lírico al que no se le ha dado aún el sitial que le corresponde, , figura aquí, gracias a la objetivad de Tello.
Rubén Astudillo y Astudillo -como antes, en el capítulo III, Ernesto López- merece un acápite especial en este , y el autor lo destaca por encima de todos sus contemporáneos.
Nombres de la segunda vertiente generacional son Sara Vanegas, Catalina Sojos y Gerardo Salgado. Motivos de breves, pero hondos análisis del crítico.
Y finalmente, Una crónica sincrónica, visión de los más cercanos en el tiempo, considera significativos a Cristóbal Zapata, Galo Alfredo Torres, María de los Ángeles Martínez y Juan Carlos “Tuga” Astudillo, dedicándoles una visión analítica.
En las Conclusiones, con una impresionante capacidad de síntesis, Tello resume lo que ha sido su monumental trabajo. (O)