La Declaración Universal de los Derechos Humanos cumplió 72 años. en circunstancias en que paradójicamente el desarrollo de la ciencia y la infotecnología es utilizada para la manipulación cognitiva, psíquica, social y política de las personas, afectando la garantía plena de la libertad para la toma de decisiones de la vida, en un entorno del juego más descarado con la verdad.
Quizás hoy en el día una de las tantas necesidades esenciales para la reconfiguración de una nueva civilización mundial es el derecho a la verdad en el sentido más amplio del término, que permita rebasar la dimensión de la verdad judicial y su reparación, e incorpore la actitud deontológica del comportamiento humano en las diversas relaciones sociales, tanto en la esfera privada como en la pública, en una época donde la modernidad líquida acentúa el individualismo y la relativización de la verdad hasta caer en la posverdad y con ello el asqueroso mundo de la información falsa, corrupta y corruptora.
El derecho a la verdad en las sociedades donde la corrupción carcome la sociedad civil y las instituciones públicas cobra mayor importancia el compromiso con la verdad, garantizar el acceso a su conocimiento, actuar con la verdad y la convicción ética a la hora de cumplir con los deberes sociales.
En este contexto es clave la actuación de la familia, el sistema educativo y sobre todo la prensa, radio, TV y las redes sociales que tienen una influencia decisiva en la vida social, de manera que la ciudadanía debe exigir que prime la ética y la verdad, y por lo tanto reaccionar frente a informaciones no contrastadas o que evidencian el interés privado patrimonial por sobre el interés público.
Por ello el derecho a la verdad no puede ser reducido a un tema del debido proceso, va más allá del universo del proceso judicial, y debe ser legitimado como un derecho fundamental autónomo, cuya razón ontológica surge de la misma dignidad humana, que repugna el ocultamiento, la falacia, la tergiversación de la verdad que en el fondo es una forma de corrupción
En esta época cuando los poderes políticos, económicos y las generadoras de redes sociales concentran la información cobra más sentido garantizar el derecho a la verdad. Queda planteado el debate sobre un tema complejo. (O)
