La pandémica ocasionada por el COVID19 que el mundo soporta, en sentido estricto es una enfermedad cuyos efectos se trata de disminuir. Las consecuencias en el ordenamiento social que ha generado, han impactado en una serie de actividades tradicionales con efectos negativos o positivos según la problemática. Podríamos hablar de una pandemia económica que ha afectado a todos los países del mundo, cuyas consecuencias dañinas afecta de manera especial a los grupos humanos que más bajas situación tienen, a las instituciones cuya normalidad y éxito depende de las condiciones de normalidad como hoteles, restaurantes y turismo, entre otras, lo que se agudiza en época festiva como la navidad y el año nuevo.
En nuestro caso, podemos hablar de una pandemia electoral debido a que, estando a poco tiempo de las elecciones presidenciales, el interés colectivo puesto de manifiesto en actividades propiciadas por los candidatos ha pasado a segundo plano. Considerando las condiciones que hemos tenido los últimos tiempos, el resultado de esta contienda cívica será de especial importancia para el destino del país, pero creemos que el interés de la población por este evento ha pasado a segundo plano y las campañas han perdido dinámica. El predominio de lo virtual sobre las acciones directas, ha disminuido el brío que en el pasado las caracterizaba y al que estábamos habituados.
Esencial a eventos como el que comentamos es la comunicación a través de los medios. Si en los últimos tiempos hemos seguido su información, es claro el alto predominio de las consecuencias del COVID -19 sobre otros eventos. Sin considerar si este hecho es bueno o malo para la sociedad, se trata de una evidencia cuyos efectos los podremos analizar, aunque sea parcialmente, cuando se retorne a la forma de vida tradicional. Vale la pena, en términos individuales, aceptar estas condiciones no queridas ni buscadas y pensar cual es el mayor provecho que podemos lograr de las mismas, sin caer en la desesperanza y el fatalismo.