Más allá de la mojigatería populista, todos los tiempos tienen un componente político, pero en este caso el año 2021 de manera preponderante por la incidencia electoral que debe culminar en mayo con la posesión de las nuevas autoridades de la función ejecutiva y la integración de la Asamblea con los representantes que se elijan en las elecciones de enero. Se supone un cambio de dirección en las decisiones de planificación social y económica, si bien el gobierno de Moreno ya ha renovado el sentido real de la actividad económica por la reinserción en los organismos internacionales como el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial entre otros, las elecciones definirán si se ahonda esta perspectiva o se retoma las líneas populistas.
En efecto la opción del señor Lasso es la indicada para impulsar la sensatez y objetividad en las relaciones sociales de producción, con el acento en la equidad y la humanización de la actividad económica, que evidencian la necesidad de fomentar la calidad del emprendimiento con reales incentivos en la producción agrícola, industrial y tecnológica como la mayor fuente de creación de empleo.
La pretensión demagógica de superar la crisis con mayores subsidios o salarios sin respaldo cae en el vacío de la frustración. Cuando vemos un país destruido como Venezuela con un salario mínimo equivalente a menos de un dólar y una moneda devaluada al exceso de la miseria encontramos la razón para sustentar la dolarización en el realismo económico de la estabilidad de una moneda fuerte. ¿Qué hubiera sido de Ecuador en el rigor de la pandemia sin el dólar? Allí está un punto de reflexión para el acierto de nuestra decisión electoral. (O)