De hoy en un mes – siete de febrero- elegiremos Presidente de la república y legisladores. Leí en alguna parte y se aplica para este caso: en estas elecciones el cerebro debería ser de uso obligatorio, así como lo es el uso de la mascarilla para combatir la pandemia.
No siempre el país ha elegido con el cerebro. Frecuentemente lo ha hecho con el estómago vacío y con un sentimiento de frustración. Aquella frase de voto por fulano así se arruine el país porque yo ya estoy arruinado y por lo tanto que se arruinen todos, ha funcionado frecuentemente en nuestra historia. Los populistas lo saben y acuden al revanchismo, eterna fuente de votos. O, a ofertas imposibles de cumplir y más aún en tiempos de crisis como son éstos y los próximos años.
Igual cosa ha ocurrido con la elección de legisladores. Las últimas elecciones fueron desastrosas. Hoy, sesenta diputados están procesados, según lo afirmó el Presidente de la Asamblea. Excepción hecha de unos muy pocos casos, el resto ha pasado en el anonimato, disfrutando de los privilegios sin retribuir en nada al país que los eligió. Una simple prueba de esa mediocridad: intente usted citar los nombres de diez legisladores. La mayoría de la gente no recuerda esos nombres. Son anónimos.
Los datos hablan de solamente un treinta por ciento que ha decidido por quién votará y un setenta que no decide aún. Un sesenta por ciento no tiene ningún interés en quién venga. A ellos y a quienes ya tienen una decisión hay que implorarles que en estas próximas elecciones -en que se juegan las libertades y la economía del país- así como es obligatorio que usen la mascarilla para evitar el contagio de la pandemia, usen el cerebro al votar, para evitar que venga nuevamente una pandemia de irresponsables a dirigir el país. (O)
