Prohibido olvidar

Andrés F. Ugalde Vázquez @andresugaldev

Parece mentira, ya lo sé. Parecería que nunca se iba a terminar y, sin embargo, faltan solo unos pocos meses para que la larga pesadilla que inició en el 2007 termine de una vez. Salvo, claro, que cometamos el despropósito de elegir a los mismos o que el próximo gobierno sea todavía más incoherente. Pero tengamos fe. Peores que los que están ahora ya es difícil.

Y alguien habrá que diga que no se pueden considerar juntos a los últimos dos gobiernos. Que desde la pelea de los compadres y el timonazo a la derecha, son dos cosas diferentes. Pero la verdad es que han sido uno solo. Una sola e interminable lista de escándalos de corrupción que en un principio se matizó con la persecución política y al final con esta extraña tendencia de privatizar e intentar vender el país al mejor postor. Pero fueron uno solo. Un mismo régimen, la famosa revolución ciudadana, cuyo denominador común fueron los faraónicos proyectos de incontables irregularidades y costos astronómicos.

No queremos, ciertamente, olvidar algunas perlas como, por ejemplo, aquella Planta de Gas de Monteverde que empezó (en el 2007) costando USD 97 millones y terminó pagando alrededor de USD 570 millones; la repotenciación de la Refinería de Esmeraldas que se infló casi siete veces en cinco años, y pasó de costar USD 289 millones a más de USD 2.230 millones; la represa de Coca Codo Sinclair, que inició (en el 2008) con un presupuesto de USD 1.970 millones para terminar costando algo así como USD 3.200 millones en el 2016. Y esto sin olvidar los USD 1.521 millones invertidos para remover tierras y generar la gran explanada donde ya nunca se construirá la Refinería del Pacífico. Un vacío absoluto de corrupción dónde se perdió el futuro de una generación entera de ecuatorianos.

¿Y por qué todos estos recuerdos ahora, cuando ya han pasado algunos años? Pues porque no quiero olvidar la catástrofe, la herencia de revolución y su verdadero costo. Porque quiero ser consciente de que quien olvida la historia la repite. Y este es en lujo que, tal como estamos, no podemos permitirnos… (O)