Más pobres, vulnerables y necesitados que unos meses atrás, trece millones de ecuatorianos habilitados para votar y desencantados de la clase política nos enfrentamos ante 16 candidatos presidenciales, sin que tengamos luces sobre quién podría enfrentarse al profundo pozo económico, político y social en el que nos encontramos. Iniciamos una campaña política que más bien parece culto a la personalidad, a la palabra superficial, a los mensajes populistas que pretenden llegar a las emociones de una sociedad empobrecida y urgida de agarrarse de alguna esperanza en este presente incierto y un futuro que pinta en tonos oscuros. Planes de gobierno con más promesas que realidades, con una ausencia total o mínima en torno a los derechos de las mujeres, candidatos inseguros que vacilan a la hora de hablar sobre la despenalización del aborto o de la nefasta política extractivista, ninguno cuestiona al Estado centralista, nadie analiza la presencia y la incidencia del narcotráfico en el país o del papel de las Fuerzas Armadas, todos ofrecen esperanza, cambios, honestidad, transparencia, democracia y alguno hasta democracia verde. Dura tarea nos toca para intentar separar la paja del trigo, en esta dramática temporada electoral. (O)
CMV
Licenciada en Ciencias de la Información y Comunicación Social y Diplomado en Medio Impresos Experiencia como periodista y editora de suplementos. Es editora digital.