Entramos a la recta final, donde 16 binomios se disputarán el 7 de febrero, la presidencia y vicepresidencia de la república; y un sin fin de “alza manos” buscarán “calentar” un puesto como asambleístas nacionales y provinciales. Esta es nuestra democracia, cada vez nos preocupa más la idoneidad ética, los valores y principios de la gran mayoría de aspirantes. Ni que decir de su inexperiencia, falta de cultura y preparación de muchos de ellos, lo cual se ve reflejado en su propuesta de programas fantoches, así como en sus declaraciones burdas y folclóricas. Parece que algunos de ellos a lo mucho aprendieron a leer y escribir, y que más bien se educaron tras una pantalla de televisión nacional, asimilando y disfrutando de esos paupérrimos y grotescos programas de crímenes y farándula, justo hechos a su medida. Aunque algunos ostentan títulos de tercer nivel, vaya Ud. a saber si fueron regalados o comprados. Con todo respeto, existen aspirantes prófugos de la justicia, con grillete, estafadores, faranduleros, cantantes, locutores, payasos, futbolistas, etc. Desgraciadamente para la democracia, este grupo de personas se ha vuelto la clase política dominante del país, donde prima la falta de preparación, la incultura, y obviamente la falta de propuestas sensatas y concretas para sacarle al país, de este infierno de corrupción en el que se debate. De tal manera que sus campañas electorales se han convertido en un baratillo de ofertas inverosímiles; pregonan gobernar de 20 a 50 años; proponen un programa de minería invertida, sacando oro de los celulares; exportar barriles de agua; terminar con la dolarización; ofrecen 850 mil puestos de trabajo; repartir mil millones de dólares; recuperar el futuro (¡como si el futuro se recuperara!), y cientos de etcéteras; pura charlatanería y demagogia. Tenemos la gran oportunidad de salvar el país, todavía existe una luz al final de túnel; en nuestras manos está la decisión de continuar con un país gobernado por la pandilla de “Ali Babá y los 400 ladrones”, que nos llevará a la aniquilación definitiva; o en conseguir mejores días para nosotros y nuestros descendientes. (O)