Cuenca muestra el camino

Carlos Castro Riera

Cuenca luego de más de veinte años de lucha alcanzó la aprobación de la consulta popular para defender las fuentes de agua de las zonas de recarga hídrica de los ríos Tarqui, Yanuncay, Tomebamba, Machángara y Norcay, y de esta manera proteger sus fábricas de agua para los múltiples usos de sus habitantes.

De esta manera Cuenca se constituye en el faro que ilumina la senda a seguir por parte de las comunidades, parroquias y cantones para defender su entorno y patrimonio natural, esto es, la condición esencial para la producción y la reproducción de la vida como es la naturaleza y el agua que ella produce.

Mientras la destrucción de los hábitats naturales, nichos de fauna silvestre y ecosistemas frágiles coadyuvan al paso de virus de animales a humanos y al cambio climático que agudizan la pobreza y amenazan la vida, la lucha por la defensa del agua, los bosques, selvas, humedales, páramos, manglares, vertientes y ríos, es preservar un recurso fundamental para la vida y las actividades productivas.

Luego de este nuevo grito de Cuenca, en el bicentenario de la independencia política, en contra del neocolonialismo de las transnacionales mineras que pretenden explotaciones en los bosques y páramos de donde nacen las aguas del cantón, otros pueblos hermanos han asumido el ejemplo, y hoy, sus juntas parroquiales, concejos cantonales y consejos provinciales de diversas regiones del país, proclaman la defensa de sus territorios, presentan acciones de protección, aprueban reglamentos y ordenanzas para la creación y protección de áreas naturales y estratégicas y preparan consultas populares motivados por el impulso de supervivencia, pues sin una naturaleza fecunda no hay economía ni producción posible, no hay vida, no hay esperanza para sus habitantes

Cuenca debe y tiene que salir de su letargo, decir basta al centralismo que nos quiere arrebatar todo, imponernos el destino de la destrucción de lo único que nos queda, nuestro patrimonio natural, pretenden imponernos la ruta del desierto, de la contaminación, la falta de agua, del hambre y la sed. Los burócratas centralistas corruptos desde sus cómodos escritorios y bolsillos cómplices quieren obligarnos el sacrificio, la destrucción y la muerte. Digámosles cinco veces si a la vida. (O)