«Yo creo que (la elección) representa un punto de quiebre, continuar con esa tendencia de recuperar América Latina que nos la arrancó por todos los medios lo que llamamos la ‘restauración conservadora'», dijo a Efe el exmandatario ecuatoriano Rafael Correa, cuyo pupilo parte como favorito en la mayoría de encuestas.
Las elecciones del domingo, de las que presumiblemente no saldrá un presidente sino dos candidatos para la segunda vuelta, se han convertido en ese sentido en una nueva batalla local entre correístas y no correístas, pero es argumentable su incidencia a nivel continental.
¿UN NUEVO SOCIALISMO?
«El peso de Ecuador en términos de geopolítica es bastante frágil», explica el politólogo César Ulloa, de la Universidad de las América (UDLA), al poner coto a interpretaciones prematuras de una posible victoria del correísmo.
Y asegura que para asumir una elección como «pendular», habría que ver primero la diferencia de votos entre ambos campos: «Si el resultado es muy similar al de 2017, no marcaría un rumbo hacia la izquierda ni hacia la derecha».
Coincide con él Ruth Hidalgo, decana de la Escuela de Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales en la misma universidad, que «no está segura de si en realidad habrá un viraje» porque «las encuestas demuestran que en Ecuador hay mucha gente de centro».
«No les gusta mucho el Socialismo del siglo XXI pero tampoco es afín a una postura de derechas», sostiene.
El proceso electoral en Ecuador, en el que se elegirán presidente, vicepresidente, 137 asambleístas y cinco miembros del Parlamento Andino, se da tras cuatro años de ruptura con el correísmo del actual presidente Lenín Moreno, aupado a la Presidencia por ese movimiento pero del que luego se separó para aplicar una política más pragmática.
Por lo que, técnicamente, al menos en el voto al presidente, Ecuador no ha dejado de votar por la izquierda correísta desde 2006, cuando Correa asumió el poder por primera vez.
El temor entre los conservadores ecuatorianos es que se repita el resultado de México (2018), Argentina (2019) o Bolivia (2020), y el correísmo se asiente de nuevo con todas sus consecuencias para la economía de mercado y las libertades.
Investigador independiente del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) de Argentina, y que acompañó al correísmo en la campaña de 2017, Daniel Kersffeld no vería aún así un regreso genuino al Socialismo del Siglo XXI de Correa y el fallecido Hugo Chávez, sino a una izquierda más acorde a las circunstancias actuales, menos combativa.
«El kirchnerismo no gobierna a través de Cristina, sino de Alberto Fernández. En Bolivia con el MAS pasa lo mismo, con Luis Arce. Y en el caso de Ecuador, pasaría lo mismo con Arauz», compara.
Ahora «se buscan estas figuras que no generan tanta controversia, tanta fricción con las derechas neoliberales», con «una mayor apuesta por el diálogo y eventualmente, el acuerdo», bajo la lectura de un contexto internacional muy distinto al de hace una o dos décadas.
PRIMERA PRUEBA DE FUEGO CONTINENTAL
Latinoamérica abre este domingo un calendario electoral que incluye cinco procesos presidenciales (Ecuador, Perú, Honduras, Nicaragua y Chile) y otros cuatro de alcance parcial (El Salvador, México, Argentina y Paraguay).
Al igual que el voto en el referendo de Chile, en octubre, todos son a priori indicio de las preferencias políticas regionales.
Poco convencida de que se vaya a producir realmente una victoria de Arauz, Hidalgo cree que si se diera el caso, Ecuador «definitivamente podría servir de brújula» y afirma que Latinoamérica iría «hacia la recuperación de la tendencia del Socialismo del Siglo XXI. Sin lugar a dudas».
Pero a diferencia de Kersffled, no cree que haya una nueva versión de ese socialismo, más bien, «un relato que quieren colocar en la región debido a los innumerables errores que han cometido» en los países que gobernaron.
«Quizá Fernández no tenga esa misma agresividad de los Kirchner, pero Argentina está como está, producto de su modelo económico y su visión de los derechos fundamentales y libertad de derechos, que no va a cambiar».
Todos ellos, reafirma la analista, incluido el mexicano Manuel López Obrador, «responden a una filosofía que no ha cambiado».
EL EFECTO DE LA PANDEMIA
Y si en el bienio pasado influyó la insatisfacción con gobiernos como los de Mauricio Macri, Jair Bolsonaro o Sebastián Piñera en la siempre imprevisible Ecuador, y otros países de América Latina, también pesarán este año los devastadores efectos de una pandemia que ha minado los cimientos sociales en todo el continente.
Desempleo, pobreza y corrupción en los sistemas de salud han sido la nota dominante en la región, con una magnitud que convierte la pandemia en un «tumba-gobiernos», independientemente de si son de izquierdas o derechas.
«Más que un giro a la izquierda es una demanda de la gente, cada vez más grande, por reducir las desigualdades», sentencia el politólogo de FLACSO Ecuador, Santiago Basabe.
En ese contexto, ve «una posibilidad muy cercana» en su país de «conflictos y brotes de inestabilidad política», como ocurrió en octubre de 2019, que evidenciaron una gran disconformidad con las decisiones del Ejecutivo de Moreno. EFE