Hay que seguir pensando y defendiendo los valores del espíritu, que son la definición y razón sustantiva del equilibrio y progreso de la persona y sociedad.
La lealtad con los valores, tan ausente en este tiempo, definen la valentía por mejores días. Es una dimensión de personalidad y compromiso, que desconoce de prevendas y timoratas posiciones. La rebeldía por definir lo fundamental en la vida no es una cuestión ambigua o ajena a un tiempo marcado por lo fugaz del facebook, tik tok e instagram.
Que no está mal la vida digital, que no implica un error, pero quizá si pueda suponer un desorden en la búsqueda y respeto por lo prioritario, es decir por un sentido de vida, de esfuerzo para decir y hacer, de comprender de respeto y realidades ajenas y sobre todo que una verdad no es tal por mucho que se repita cualquier cosa. La pérdida de los sustantivos no puede ser el camino, sino la vida en una dimensión de valores.
Vivir no es la monotonía, implica mirar la trascendencia por elevar el espíritu y el sentido de hacer el bien. Ya va siendo tiempo que rechacemos a los insultadores, hostigadores, mentirosos, ruins de los medios digitales que en la lógica del insulto encuentran su sentido de vida. A ellos, este mensaje.
Hay que esforzarse por hacer el bien. Hay que entender que no hay trascendencia por cuanto más se acabe a una persona, sino, por cuanto de valores se manifiesta el espíritu y la razón humana. Sentipensar, sentir y pensar. (O)
