La flauta de Jaim…

Tito Astudillo y A.

Terminé de leer y volver a leer, “La Flauta de Jaim toca en el Cielo”; tres cuentos, una novela corta y un poema, que integran la nueva publicación de Yarón Avitov, fecundo escritor israelí afincado en nuestro país. Se trata de una conmovedora aproximación a las secuelas del Holocausto en la vida de la segunda y tercera generación, esto es nacidos, después del aniquilamiento, en hogares de sobrevivientes para quienes su mundo íntimo había desaparecido.

Sin familia y sin sus abuelos, ¿cómo crecen estos niños y adolescentes? que, a veces, solamente tienen como referente un objeto, una afinidad artística o una advertencia que les liga a ese mundo para siempre perdido, pero que es una doloroso realidad escondida y sugerida en conductas, silencios, vocaciones o diálogos inconclusos escuchados a sus progenitores, en la escuela o en la comunidad; un viejo radio, único recuerdo de la familia quedada allá, como en el cuento “El hombrecito de la radio”; en “La boina de papá”, esa vieja prenda paterna que el niño recibe como único legado y debe usarlo como homenaje póstumo y perpetuación de su memoria; una herencia musical en un niño que lleva la misma destreza y el mismo nombre de su abuelo, flautista de la orquesta en un campo de exterminio, en “El flautista de Birkenplastz”; una prohibición premonitoria de la madre, obsesionada, que induce al adolescente a revivir “la marcha de la muerte” de su abuelo, en el “Aullido”; finalmente un corto poema que, en seis estrofas, evoca a los seis millones de víctimas del Holocausto.

Una patética muestra de literatura testimonial, que Avitov nos entrega en idioma español; antes habíamos recibido del autor “El libro de la paz”, “Jerusalén Celestial Jerusalén Terrenal” y “Escrito en la Ceniza”. Su lectura nos recuerda los horrores de la guerra, justo ahora, cuando la humanidad parece haberlos olvidado. (O)