Luego de ordenada y sin mayor conflicto aparte de los propios que surgen en cualquier gran organización donde participan masivamente personas de diferente criterio, las elecciones se desarrollaron bien a pesar de la pandemia y el obvio miedo al contagio. El pueblo de manera cívica fue a las urnas mayoritariamente y dejó lecturas claras en las votaciones que debemos considerar.
Dos grandes colores fueron regados en el mapa nacional. El naranja que recorre sin piedad toda la costa de cabo a rabo, donde Araúz fue el ganador indiscutible, mientras que el violeta tiñó el mapa de sierra y Amazonía con su impronta también reconocida de Yaku. La costa, más proclive a la demagogia y la vida fácil, cayó en ofrecimientos de los mil dólares por familia del populismo del muñeco de ventriloquia manejado desde Bélgica por el prófugo ladrón, mientras que en la sierra y oriente, el voto fue un franco rechazo al correísmo, autoritario, mafioso y corrupto y a la presencia de un banquero que el pueblo sin criterio, sataniza al frente del gobierno, beneficiándose así Yaku, un mestizo que trata de ser más indio y que casi con seguridad, si se confirma la tendencia mínima en las últimas actas a escrutar, correrá segunda vuelta con suerte inesperada, pues la gran mayoría de votantes de restantes movimientos, le darán su triunfo aunque sea a regañadientes para evitar el definitivo regreso de la turba mafiosa, autócrata y corrupta de Correa. Mientras que votantes de la costa, seguirán con igual porcentaje y así la segura pérdida del títere. ¿Quién catapultó al pequeño líder comunitario indígena? Pues Correa, cuando en el poder lo insultó, persiguió, hirió, encarceló ayudado por garroteros y malos policías y no contento con ello, golpeó, hirió y expatrió a la pareja del líder comunitario, la que hoy es pieza clave y simpatía de la campaña, la francobrasilera Manuela Picg, blanca, rubia y de ojos claros. Más del 60% de votantes, incluido yo, no votaríamos por los cínicos correístas jamás y creo que llegó el momento de darle al indigenado la posibilidad de gobernar, ojalá honesta y sabiamente por 4 años y conseguir por fin la anhelada defunción de los maleantes correístas, a los que si habrá que recordar tan solamente para encarcelarlos y expatriar lo robado. Ahora, quién lo creyera, debemos apoyar a Yaku, que, según opiniones de muchos politólogos, cosa que comparto, barre a la marioneta lela y parlanchina, de entrar en segunda vuelta. (O)