Los resultados de la elección presidencial del pasado 7 de febrero entristecieron a las dos terceras partes de la población ecuatoriana, que luego de 14 años de Correísmo-Leninismo, anhelaba un cambio, pues rechazan la prepotencia, el abuso de los fondos públicos, el control total de las funciones del Estado y la persecución a quienes denuncian irregularidades. Su decepción se incrementó al ser “desplazado” el candidato Yaku Pérez al 3er puesto, cuando era el ideal para enfrentar a Arauz.
Si verdaderamente tienen amor a la patria, los candidatos más votados: Guillermo Lasso, Yaku Pérez y Xavier Hervas deberán unirse, pues cada uno representa importantes sectores sociales y productivos. Yaku enarbola a la población tradicionalmente marginada, olvidada y discriminada: los campesinos, los indígenas, con quienes el país tiene una deuda histórica no cancelada. Lasso representa a aquellos que pueden generar empleo e invertir. Por último, sería inaudito pensar que Hervas se quede sentado cuatro años a mirar cómo el país colapsa, mientras él atesora su capital político para la próxima elección.
Ellos bien conocen del quiebre de la economía del país por la falta de recursos. Hay hambre, desempleo, se carece de inversión y la construcción y obra pública está paralizada. El Ecuador está sobreendeudado y adolece cuatro verdaderas pandemias como las plagas de Egipto: La económica, la sanitaria, la moral por la descarada corrupción pública que se disparó en estos últimos lustros y la institucional, siendo esencial sumar su capacidad política propia y bases sociales suficientes, que les permitan implementar cambios para sacar al país del hueco en el que se encuentra.
Un cogobierno es la única salida responsable con el país, que necesita ser salvado y estabilizado. ¡Necesitamos hacer buena política!. Es la puesta al servicio del verdadero bien común, basada en el respeto de cada persona, como lo afirma el Papa Francisco. (O)