Ya estamos agotados por la constante amenaza del Covid-19. El mundo entero lleva un año intentando adaptarse a esta nueva realidad. Nos sentimos apáticos, desmotivados, experimentamos fatiga…
La fatiga pandémica, un concepto que la Organización Mundial de la Salud (OMS) define como «desmotivación para seguir las recomendaciones de protección y prevención que aumenta con el tiempo», es una gran amenaza para nosotros mismos y para los demás. Si no luchamos contra ella, poco a poco podríamos empezar a descuidar las medidas de protección contra el virus.
Aunque el coronavirus siga extendiéndose y matando, con el tiempo podríamos empezar a bajar la guardia y dejar de darle importancia. Cansados de vivir con tantas restricciones, puede que busquemos más libertad, y eso nos pondría en riesgo. De hecho, se ha visto durante el feriado de Carnaval. Interacción social.
La incertidumbre acumulada día a día genera cansancio, pena, frustración, insomnio, desánimo y, lo que es peor, desconfianza hacia lo que proponen las autoridades. Debemos ser muy conscientes de la necesidad de adaptarnos a cada situación. No hacerlo nos lleva al bloqueo. Crear una nueva rutina puede ayudar a estabilizarnos.
Las constantes noticias sobre la pandemia pueden parecer interminables y esto está afectando nuestra salud mental. Esta pandemia ha puesto de manifiesto la necesidad de aumentar urgentemente la inversión en servicios de salud mental si el mundo no se quiere arriesgar a que se produzca un aumento drástico de las enfermedades psíquicas. De acuerdo con estudios realizados por expertos, el Covid-19 es una fuente importante de angustia psicológica a escala mundial.
Es preciso, reforzar los dispositivos de salud mental de manera que puedan hacer frente a las necesidades no atendidas y afrontar el previsible de la demanda. (O)