Deslave

Catalina Sojos

Mientras el fanatismo azuza el odio en las redes sociales y las redes del poder definen al candidato que pasará a segunda vuelta, en tanto las vacunas llegan con cuenta gotas y los médicos claman por el distanciamiento social, mientras los carnavaleros componen su chuchaqui y se aprestan a dolerse por los otros, nunca por ellos, reflexionamos sobre aquellos que no tienen voz; las familias que sufrieron el deslave en Chunchi, en la provincia de Chimborazo. Y es que la depredación de la naturaleza provoca estas tragedias que someten a la población a mayor miseria, a mayor desesperación. Y es que existen varios países dentro de este mínimo paisito que nos tocó para vivir. El país de los olvidados, esos que no son noticia porque no murieron, los que desviven a la sombra de un bono o del populista que ofrece su herencia por un plato de lentejas. Mientras los analistas políticos pulen sus mentes brillantes para desentrañar lo cotidiano, el deslave ha cubierto Chanchan un pequeño poblado que está a punto de desaparecer. Sin casa, sin ropa, con el fantasma del COVID 19 las familias se encuentran en albergues y a la espera de nuestra solidaridad. Y es que el lodo no es sólo la corrupción que nos azota, en ocasiones como ésta y gracias al calentamiento global, a las mineras y a todos los males que nos infestan, provoca una avalancha. Por lo tanto, mientras tengamos voz, procuraremos hablar por los que no son noticia y pasan a segundo plano en sus realidades. (O)