Este martes el nivel de violencia en tres de los centros penitenciarios más importantes del país se salió de control. La serie de motines simultáneos desnudan la innegable presencia y la acción del crimen organizado en el país, por tanto, exhiben a un Estado fallido; la crueldad y violencia con la que se ejecutaron los asesinatos espeluzna, cuestiona, duele, indigna, exige respuestas y, sobre todo, muestra la lamentable salud mental de un sistema social punitivo; circulan videos y audios grabados desde el interior en las redes sociales con mucha mayor facilidad que cualquier información oficial, mientras el señor Moreno se convierte en Presidente de la farándula nacional. La crisis carcelaria tiene larga historia y aunque el número de cárceles aumentó bajo el mal llamado “nuevo modelo penitenciario”, también los presos: de 9 mil (2009) pasaron a 38 mil (2019), en un sistema con una capacidad para menos de 20 mil. El hacinamiento incrementa violencia, y si a esto sumamos el déficit de guías penitenciarios (70 % en Turi) y un sistema de video vigilancia colapsado (70 % de las cámaras están dañadas) es ¡de terror! constatar “la tierra de nadie”, “el infierno” en que se han convertido las cárceles ecuatorianas. (O)
CMV
Licenciada en Ciencias de la Información y Comunicación Social y Diplomado en Medio Impresos Experiencia como periodista y editora de suplementos. Es editora digital.
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