Argentina dispone de un millón ochocientas mil vacunas contra el COVD-19. Perú ha importado trescientas mil y, la pobre Venezuela: cien mil. Ecuador, veinte y cuatro mil. Son datos hasta fines de la semana pasada.
A ello hay que agregar que Brasil ha vacunado ya a seis millones de personas. Chile a dos millones y medio y, Ecuador a seis mil……
En Argentina, Perú y Ecuador, hay problemas de corrupción: se vacunó a gente que no está entre las prioridades. En Ecuador los datos son herméticos. Nadie sabe a quienes se administró. La Asamblea debe pedir esos datos al Ministro y hacerlos conocer.
Pero el tema de fondo es que el Ecuador ha sido incapaz de traer y administrar un número razonable de vacunas. Nadie pide que estén ahora vacunados todos los ecuatorianos. Pero tampoco es tolerable que sean solamente seis mil, de los cuales no todos son médicos, ni personal de primera línea en el combate a la pandemia.
En esas circunstancias es importante que los municipios que tengan posibilidades económicas, puedan importar y proporcionar la vacuna. Son los gobiernos cercanos a la gente y que saben dónde están las necesidades. Son más fácilmente controlables. Que pueden darse casos de corrupción y compadrazgos- como en Quito cuyo Alcalde está “galardonado” con grillete electrónico- es verdad. Pero los gobiernos locales son mil veces más eficientes que la burocracia centralista.
Tampoco puede abrirse la importación a particulares, en forma total. Mañana se venderían vacunas en la vereda o en la tienda de la esquina, la segunda a la mitad del precio, con yapa y en combo con un guineo. Se venderá en vez de vacunas, agua de pítimas o brebajes todavía no inventados por la ciencia.
Con el actual gobierno ya no es posible esperar una vacunación masiva. Hay que buscar- con todos los controles necesarios- otros caminos. (O)