El presidente de EE.UU., Joe Biden, lanzó el jueves una serie de bombardeos aéreos en Siria contra milicias respaldadas por Irán, en una primera y clara advertencia a Teherán y sus grupos aliados de que no tolerará agresiones contra su personal.
Los bombardeos contra edificios supuestamente utilizados por las milicias proiraníes, según el Pentágono, fueron «proporcionados» y tuvieron carácter «defensivo», tras los ataques con cohetes de los últimos días contra bases y objetivos estadounidenses en Irak.
Según el Observatorio Sirio de Derechos Humanos con sede en Londres, en el ataque estadounidense, llevado a cabo en la provincia de Deir al Zur, en el este de Siria, murieron al menos 22 combatientes de las milicias proiraníes, según el Observatorio Sirio de Derechos Humanos, que tiene una amplia red de colaboradores sobre el terreno.
«Estos bombardeos fueron autorizados (por Biden) en respuesta a los recientes ataques contra el personal de Estados Unidos y la coalición en Irak, y a las continuas amenazas a ese personal», aseguró este viernesa los periodistas el portavoz del Pentágono, John Kirby.
«Tenemos confianza en el objetivo que perseguimos, sabemos a lo que disparamos», dijo por su lado el secretario de Defensa, Lloyd Austin, que insistió en que los lugares atacados estaban siendo utilizados «por la misma milicia chií que llevó a cabo los ataques» contra objetivos estadounidenses.
La Embajada de Estados Unidos en Bagdad fue objeto el lunes pasado de un ataque con dos misiles tipo katiusha que impactaron en el exterior de sus instalaciones en plena Zona Verde.
Una semana antes, el pasado día 15, un soldado estadounidense resultó herido y un contratista murió en Erbil, la capital del Kurdistán iraquí, debido al impacto de varios cohetes katiushas, tres de ellos en el aeropuerto de la capital.
Los ataques contra instalaciones estadounidenses en Irak han aumentado desde que Estados Unidos matara en enero de 2020 al poderoso comandante iraní Qasem Soleimaní en un bombardeo selectivo en Bagdad, una acción que fue muy criticada por las fuerzas políticas iraquíes y por las milicias proiraníes del país, que prometieron venganza.
De los ataques contra la Zona Verde se suelen hacer responsables grupos armados poco conocidos, pero Washington acusa directamente a Kataib Hizbulá, una milicia iraquí financiada directamente por Irán que EE.UU. ha clasificado como organización terrorista.
Kirby indicó que los ataques destruyeron múltiples instalaciones ubicadas en un punto de control fronterizo utilizado por varios grupos militantes respaldados por Irán, incluidos Kait’ib Hezbollah y Kait’ib Sayyid al-Shuhada.
El portavoz indicó que la «respuesta militar proporcionada» se llevó a cabo tras haberse consultado a los socios de la coalición encabezada por Estados Unidos.
«La operación envía un mensaje inequívoco: el presidente Biden actuará para proteger al personal estadounidense y de la coalición. Al mismo tiempo, hemos actuado de una manera deliberada que tiene como objetivo desescalar la situación general tanto en el este de Siria como en Irak, dijo Kirby.
El ataque contra las milicias proiraníes, el primero ordenado por la nueva Administración estadounidense, se produce después de que Biden ofreciera formalmente volver a la mesa negociadora con Irán para rescatar el acuerdo nuclear del que su antecesor, Donald Trump, retiró a Estados Unidos hace más de tres años.
El acuerdo nuclear fue suscrito entre Irán y el llamado grupo 5+1 (EE.UU., Rusia, China, Francia, el Reino Unido y Alemania) para limitar el programa atómico iraní a cambio del alivio de las sanciones, pero tras la retirada de Estados Unidos y la reimposición de sanciones, Teherán dejó de cumplir sus términos.
La oferta de diálogo de Biden ha ido acompañada, no obstante, de las advertencias a Irán de que no tolerará sus «actividades desestabilizadoras» en Oriente Medio, sumada a la negativa a levantar las sanciones a los iraníes antes de un acuerdo. EFE