Desearía no haberlo visto. Los inhumanos videos que circularon por las redes sociales mostrando el feroz baño de sangre ocurrido en lo que, como una broma de mal gusto, llamamos Cetro de Rehabilitación Social (CRS) de Turi. Y, sin embargo, los horrores que están sucediendo en la cárcel de Turi, tenían que ocurrir tarde o temprano pues lo que ahora vemos es nada más que el estallido de una pústula que venía gestándose en años de indolencia y corrupción.
Hace tiempo que lo sabemos. Allí dentro, la rehabilitación social es una farsa y la fuerza bruta es la única forma de legalidad, conforme la corrupción ha infectado todos los niveles. La endeblez o nulidad absoluta de las instituciones, ha dado carta abierta al imperio de las mafias y pandillas bien conectadas y presumiblemente financiadas por burócratas del régimen que permiten el ingreso a las cárceles de armas, drogas y todos los insumos necesarios para la carnicería.
Y no. Ya no espero nada del actual gobierno, salvo que termine de una vez por todas. Lo sucedido en Turi no hace más que demostrar que, ante la desintegración generalizada del gobierno y caos absoluto de sus instituciones, el retroceso a la barbarie es facilísimo. Y hoy, tras casi tres lustros de despotismo, desidia y anorexia económica, el costo de la revolución es tan profundo que terminó por esterilizar la opinión ciudadana y su capacidad de resistencia.
Sí creo, sin embargo, que los hechos nos ponen a todos en una situación que está más allá de las cómodas lamentaciones que escuchamos y leemos a diario en los medios. Esta vez se trata de una situación crítica que debería ilustrarnos sobre lo precario de nuestra condición, y abrirnos los ojos respecto del monolítico centralismo, que se acuerda de que Cuenca existe para cargarle los monumentales problemas (como el CRS de Turi) y se olvida de su existencia para asignarle los presupuestos, obras y recursos que podrían servir para su desarrollo. Una situación de indefensión política, vacío institucional e incertidumbre colectiva, que llama con urgencia a unirnos en una sola y definitiva voz:
¡Cuenca se respeta! Carajo…. ¡Cuenca se respeta! (O)