La pacífica, progresista y bella Cuenca, Patrimonio Cultural de la Humanidad, se acostumbró a recibir constantemente los reconocimientos internacionales como la mejor ciudad para los jubilados de Estados Unidos. Urbe patrimonial preferida por los visitantes europeos por sus servicios de calidad, prestigiosos centros de enseñanza superior, artesanía e industria de calidad, con gente creativa, trabajadora y bondadosa.
Por ello, los sucesos de este martes 23 de febrero, con los amotinamientos en las cárceles de Ecuador y particularmente en el CRS de Turi, en el cual fueron asesinados 34 privados de libertad con extrema violencia, imágenes de cuerpos decapitados y desmembrados que pronto circularon a propósito por ellos mismos en redes sociales, conmocionaron al pueblo cuencano, un hecho repudiable sin precedente que nos quitó la paz y tranquilidad.
La presencia de esta temible delincuencia organizada en el país es el resultado del arribo de carteles internacionales del narcotráfico unidas a bandas criminales locales, mayor población carcelaria, inadecuada vigilancia de los reclusos, deficitaria infraestructura carcelaria, hacinamiento estimado en un 33 %, es decir: ¡No hay rehabilitación social en el Ecuador!
Pero no solo el Gobierno Nacional ha fallado en el manejo de las cárceles, la descomposición social nos incumbe a todos los estamentos, a cada ciudadano, por cuanto tiene su origen en la pérdida de valores morales y humanos, falta de educación, desempleo, jóvenes abandonados que proceden de hogares separados o en conflicto dónde nunca sintieron el amor, la ternura, la solidaridad.
¡Paren esto por amor de Dios! es el clamor de las madres, esposas, hijos de los prisioneros a las autoridades nacionales. Desde Cuenca les decimos devuélvanos la paz y bienestar, no pueden continuar un día más los internos de alta peligrosidad en Turi, pues no nos merecemos esto los azuayos, no se acordó construir el centro carcelario para ese fin. (O)