Llegamos a este mundo con una estructura psico biológica en la que la capacidad de razonar es esencial. Para bien o para mal la libertad de tomar decisiones nos permite hacernos en el tiempo y cuando partimos dejamos una huella que perdura en la mente de los demás. Cerca de cumplir 104 años, Leoncio Cordero, el doctor Leoncito como lo llamaba mucha gente, nos dejó biológicamente, pero sobrevive en la mente y el corazón de mucha gente como un modelo de vida, cuyo ejemplo deberíamos seguir para enriquecer la existencia individual y colectiva.
Optó por la medicina como carrera universitaria y a lo largo de su vida la practicó volcado al bienestar de los demás como lo exige el ideal de esta profesión. Hay médicos que en su ejercicio han tenido notable éxito económico, pero para Leoncio, primó su entrega para contribuir a la salud de los otros, siendo el bienestar logrado su gran salario psicológico. Fue un apóstol de la medicina, pero además de la práctica personal puso su notable talento para bienestar colectivo, transmitiendo su sabiduría en la Facultad de Medicina de la que fue decano y contribuyendo a la creación de SOLCA para combatir a uno de los enemigos modernos: el cáncer.
Más allá de su ejercicio profesional, proyectó su capacidad administrativa a la administración pública desempeñando la alcaldía de nuestra ciudad con honestidad propia del cuencano tradicional. La muerte biológica de una persona genera dolor, pero en este caso no podemos evitar la alegría al valorar su comportamiento ejemplar de una vida construida a plenitud. Debemos seguir el ejemplo de los que nos dejan y en este caso es un modelo en el sentido pleno del término. Además de su entrega, muchos disfrutamos de su simpatía y trato amigable.