Recordar al doctor Leoncio Cordero Jaramillo, siempre será una lección de integridad, porque el ilustre humanista, médico de vocación, Maestro, investigador, servidor público intachable, salubrista visionario y orientador veraz de opinión, hizo de su vida una escuela de valores desde los diferentes ámbitos de su accionar que, siendo múltiples, se pueden resumir en atención médica, magisterio y servicio.
Los más representativos servicios de salud de la ciudad y de la región, como son los hospitales “San Vicente de Paul”, en su momento, y el “Vicente Corral Moscoso”, la “Sociedad de Lucha Contra el Cáncer”, SOLCA, y la “Fundación al Servicio del Enfermo de Cáncer”, FASEC, contaron con el doctor Leoncio Cordero Jaramillo como su tratante e investigador, mentalizador y guía. Desde la cátedra universitaria contribuyó en la formación de muchísimas generaciones de médicos, con sólida formación científica y clara orientación humanista, que dentro y fuera del país practican sus enseñanzas y siguen sus pasos. Por su capacidad administrativa, liderazgo y vocación de servicio, fue llamado a desempeñar el decanato de la Facultad de Ciencias Médicas, el rectorado de la Universidad de Cuenca, la Presidencia de SOLCA y la Alcaldía de la ciudad, funciones que desempeñó absolutamente apegado al marco legal, respetando la pluralidad, con tolerancia y ecuanimidad. Hombre de cultura como era, tenía mucho que decir y aportar al desarrollo social y lo hizo a través de sus artículos de opinión, semanalmente, en Diario “El Mercurio”, más allá del ejemplo, que fue, desde el hogar y la comunidad.
Recordaremos siempre al ilustre Maestro, no olvidaremos sus enseñanzas y su ejemplo; recomendaremos su trayectoria como modelo de solidaridad humana, del servicio honesto y responsabilidad social, pilares del crecimiento y desarrollo de los pueblos. (O)