En la segunda mitad del siglo pasado la tendencia era ir hacia lo mega. Desde mega parques industriales, mega campus universitarios y mega cárceles hasta megatiendas y mega sánduches.
Los mega parques industriales generaron congestionamientos de tránsito y surgimiento de asientos humanos anárquicos. La contaminación ambiental se volvió imparable. Un problema sindical en una fábrica, generaba una reacción en cadena en todo el parque. Desde hace bastante tiempo a nadie en su sano juicio se le ocurre crear mega parques industriales. La tendencia hoy, es a parques pequeños, especializados para distintas áreas de la producción.
La Universidad Autónoma de México- claro ejemplo de mega campus- concentraba a más de trescientos mil estudiantes. Era más grande que muchas ciudades. El Rector era un señor al que la mayoría no había visto nunca. Los movimientos estudiantiles eran explosivos. Trescientos mil estudiantes protestando en las calles, arrasaban con todo. Hoy la tendencia es la de pequeños campus especializados por áreas de conocimiento. Son más humanos y cercanos a la gente.
Igual ocurrió con las cárceles. Sin embargo, desde hace varios años la tendencia fue hacia pequeños centros penitenciarios más manejables. Contrariando esa línea, aquí se siguieron construyendo mega cárceles, como la de Cuenca, inaugurada en el 2014.
Las mega obras – refinería, carreteras, edificios, – generaron, como hoy conocemos, mega corrupción. Cuenca, que merecía carreteras, aeropuerto y obras básicas, recibió en vez de eso una mega cárcel que trajo inseguridad, creciente delincuencia, tráfico de drogas con presos de alta peligrosidad. Fue un mega desacierto, que una ciudad lamentablemente sumisa al gobierno de aquel entonces y sus autoridades, soportaron sin protestar. Hoy, las trágicas consecuencias están a la vista. (O)