Leí un mensaje de una amiga que decía que no admitiría homenajes el Día de las Mujeres. Si le inspira la idea de que todos son sus días, puede tener razón. Les debemos vida, ternura, educación, el hogar y su calidez, por eso deberíamos rendirles tributo cotidianamente, y no lo hacemos. Somos ingratos. Pero si la expresión encierra alguna de esas filosofías feministas, que todo lo desdeñan, no estoy de acuerdo, y para confirmar mi posición de amor por las mujeres, comparto extractos de mi poema LAS MAMITAS, dedicado, sobre todo, a las sabias campesinas de hoy y de antaño. Espero lo acojan con afecto.
“Se llaman Mercedes, Dolores,/Rosario, Asunción, Clementina, Natividad./Y, casi siempre, María es inefable/ componente de sus viejos nombres.// Nombres que suenan a edad, años, hijos, nietos,/familia, alegrías sencillas,/ hechas de abrazos, de risas,/ de comidas preparadas con amor,/de bebidas fuertes, de infusiones medicinales,/ de todo aquello que se llama la felicidad.//Mas, a veces también, suenan/ a penas, a olvidos, a reproches,/ a todas esas cosas amargas que hacen la desdicha…//
Las mamitas, la Michi, la Dulita/ la Charo, la Ashuca, la Clema, la Nati…/Viejos nombres, jamás/ esos tan raros que saben a sobrenombres,/ apodos, cosas bárbaras, /y que pululan con su aroma extraño/ por todas partes, ¿por qué no en el campo? //
Las mamitas, hechas de la memoria/ de otro tiempo, “ay cuando yo era joven, / huambrita me casé. Hicimos fiesta, /con música y con chicha, /cuyes asados y hasta canelazo. /El cura pronunció ni sé qué cosas /en latín, y no entendimos sino /que estaba diciendo que nos casaba, /que ya éramos pareja para siempre…// Las mamitas, ellas, la Purificación, /la Magdalena, la Elisa, la Rosita, /saben cómo se ayuda en el parto /y lo que se hace con el recién nacido:/cortar el cordón del ombligo, bañarlo, alimentarlo…/Han hecho tantas veces esas cosas, /con los hijos ajenos y los propios, /siempre, con grande amor y con ternura.// Las mamitas, tan sabias, tan serenas,/dominan los secretos de la vida/ y los oscuros rituales de la muerte,/por eso están junto al lecho/ del que dormita la intranquila modorra agonizante, /conocen la oración del moribundo, saben cerrar los ojos del difunto…” (O)