Preocupa saber que, en Latinoamérica, Ecuador sea el país que peor maneja la crisis sanitaria a consecuencia de la Covid-19.
A decir de varios epidemiólogos, lucen desarticuladas las estadísticas sobre el verdadero impacto de la enfermedad en la población, pues no reflejan la verdad, y esto impide conocer su real dimensión.
A tal conclusión llegan esos profesionales en Ecuador, donde, a diferencia de otros países, se hacen menos pruebas diagnósticas de Covid-19.
Los resultados de esta negligencia, por así decirlo, es que “no se ha podido visualizar correctamente las curvas y las que hemos tenido”. A la vez, esto repercute en la toma de decisiones oportunas al más alto nivel; y “conocer el comportamiento que podría tener el virus”.
En ese contexto, no habría cifras reales sobre los fallecidos por la enfermedad, peor de los casos positivos.
Estas son observaciones de fondo que hacen los epidemiólogos. Y lo hacen en momentos en los que la enfermedad arrecia. Los hospitales están abarrotados. Las vacunas son casi nada si se compara con el tamaño de la población, y su adquisición en grandes proporciones ya está en la agenda de los candidatos finalistas a la Presidencia.
Tampoco, como en el caso de los hospitales públicos de Cuenca, hay suficientes pruebas PCR, acaso las únicas que con certeza revelan el contagio.
Un reporte de El Mercurio da cuenta de que en esas casas de salud no se hacen aquellas pruebas, sino cuando los pacientes llegan con síntomas como baja saturación de oxígeno, o a quienes son hospitalizados para confirmar su contagio. Asumimos de que no hay dinero.
En semejantes circunstancias, la gente acude a los laboratorios particulares para hacerse las PCR. Estas, por los costos, no están al alcance de todos.
A ese panorama se suma la imposibilidad de que tres Municipalidades, entre ellas la de Cuenca, consigan autorización para importar vacunas, mucho más porque Pfizer y AstraZeneca advierten que solo negocian con los Gobiernos de cada país; y está en duda la efectividad las producidas por otros laboratorios, o son engorrosos los trámites para su importación.
Una situación que ante el mundo nos hace ver como un país implorando por vacunas.