Las fotografías que hace poco circularon en redes sociales en las que aparecen reunidos el prófugo mayor con su séquito de adláteres, entre ellos, el candidato motejado por la sabiduría popular como “lelo”, fueron filtradas a propósito (claramente por uno de los asistentes), para causar conmoción dentro de las filas borreguiles. En esa reunión, hay personas siniestras que tienen interés en mostrarse en compañía del ex presidente y de su candidato, pues dentro del rebaño existen enfrentamientos por protagonismos. Es voz populi que de entre los asambleístas correístas recientemente elegidos, muchos de ellos no quieren que la hermana del prófugo lance su candidatura a la presidencia de la Asamblea. La proximidad de estos dos seres oscuros constatada en las fotografías, no corresponde a la maniobra acordada para la segunda vuelta que, justamente, es sugerirlos distantes; con el fin de que los votantes “alelados” piensen que el títere del correato no tiene nada que ver con el dueño de la banda delictiva y, que en el remoto caso de ganar las elecciones, gobernaría independientemente de lo que ordene el gran jefe. Una utopía para los que sí nos detenemos a reflexionar un poco más que los demás.
Un periodista le mencionó que la Constitución prohíbe la amnistía para los delitos contra la administración del Estado porque son imprescriptibles, y le preguntó: “¿Usted está interesado en cumplir esta disposición? ¿O la Constituyente que ofrece convocar trataría de reformarla?” Ante lo cual, el candidato motejado como “lelo”, respondió: “Hablemos sobre el plan de gobierno”. De haber respondido, hubiese comprometido a muchos de su grey, entre los cuales, quien no está preso por atracar al Estado, está fugado; y quien no está fugado, es sospechoso de algo, empezando por el líder de la banda, sentenciado en tres instancias judiciales como “jefe de una banda criminal”. Así demostró que no le interesa cumplir con lo que dice la Constitución, que prohíbe la amnistía contra los atracadores del Estado. De llegar a ser presidente, los presos saldrían libres, los fugados regresarían al país, y los sospechosos que se mueven en rebaño, serían funcionarios públicos. Un panorama con un futuro distópico.
Si en el inconsciente colectivo Alvarito ocupaba el sitial del candidato “limitadito”, él “lelo”, se lleva el premio. (O)