El estudio, basado en 300 análisis y dos décadas de evidencia científica, revela por primera vez que las comunidades indígenas y tribales juegan un papel «fundamental» en el combate a la deforestación, la conservación de los bosques, la biodiversidad, y la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero.
«Debemos agradecer a las comunidades indígenas la conservación de los bosques mucho mejor que en otros territorios, gracias a su conocimiento ancestral basado en siglos de experiencia», señaló Julio Berdegué, subdirector general y representante regional de FAO para América Latina y el Caribe.
Un «elemento vital y punto de partida», agregó el funcionario, ha sido el reconocimiento de los derechos territoriales de estos pueblos sobre sus bosques, que les ha permitido evitar que se realicen actividades económicas que destruyan los ecosistemas.
Entre 2000 y 2012, «la tasa de deforestación dentro de los bosques indígenas, donde se ha asegurado la propiedad de la tierra, es 2,8 veces menor que fuera de dichas áreas en Bolivia, 2,5 veces menor en Brasil y 2 veces menor en Colombia», según la ONU.
AGENTES CONTRA EL CAMBIO CLIMÁTICO
El 45 % de la foresta intacta de la cuenca amazónica se encuentra en territorios indígenas, que lograron evitar «entre 42,8 y 59,7 millones de toneladas métricas de emisiones de CO2 cada año» unas emisiones que combinadas «equivalen a sacar entre 9 y 12,6 millones de vehículos durante un año».
Mientras que el área de bosque intacto disminuyó solo un 4,9 % entre 2000 y 2016 en las áreas indígenas de la región, en las áreas no indígenas se redujo en un 11,2 %», según ONU.
«Esto evidencia que su voz debe tenerse en cuenta en todas las iniciativas relacionadas con el cambio climático, la biodiversidad y la silvicultura», señaló la presidenta del Fondo para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas de América Latina y el Caribe (FILAC), Myrna Cunningham.
Los pueblos indígenas y tribales, que suponen más de 60 millones de habitantes de la región, participan en la gobernanza comunal de entre 320 y 380 millones de hectáreas de bosques, que almacenan alrededor de 34.000 millones de toneladas métricas de carbono, más que todas las zonas verdes de Indonesia, según el informe.
Un factor relevante para perpetuar la capacidad de conservación de las comunidades nativas, según señala el estudio, es «la revitalización de las culturas y los conocimientos tradicionales y el apoyo a sus organizaciones».
«La propia cultura y espiritualidad indígena se sustenta en la protección de los bosques y la naturaleza, no en su destrucción. Somos actores clave en este momento en que la naturaleza está tan amenazada», agregó Cunningham, quien también es activista indígena nicaragüense.
AMENAZAS A LA CONSERVACIÓN
La capacidad de evitar la deforestación está siendo «erosionada por muchas actividades como la minería ilegal, grupos criminales ligados al tráfico de droga o la sobreexplotación de actividades agrícolas con la siembra y el transporte de cultivos ilícitos», señaló Berdegué.
Además, según destaca el estudio, también afecta a la deforestación el incremento constante en la demanda internacional de minerales, combustibles, productos forestales, turismo y la expansión continua de caminos e infraestructuras de transporte.
A través de este informe, la institución pide a los gobiernos de la región que «inviertan en proyectos que fortalezcan el papel que juegan los pueblos indígenas y tribales en la gobernanza forestal» así como que «refuercen los derechos territoriales comunales».
Para ello, apuntó Berdegué, es «imprescindible» la inversión pública, pero también podría ser «efectiva» la inversión privada, a través de acuerdos «justos y negociados» que permitan a las empresas reducir su huella de carbono y su impacto ambiental.
«Los indígenas nos han hecho durante décadas un favor, pero es hora de poner atención y medidas porque si no, estos beneficios se van a perder», concluyó. EFE