Al margen de las largas y a veces tediosas discusiones sobre el valor y consistencia de estas dos formas de aceptación de la realidad: la fe y la razón, en las religiones la fe es fundamental para los creyentes. Parte de alguna forma de revelación extra natural inaccesible al razonamiento. Es frecuente que en parte de los rituales el pueblo –el común de la gente ajena a lo académico- tenga sus propias manifestaciones que se expresan en formas de comportamiento espontáneas, con frecuencia partiendo de rituales oficiales de las iglesias.
En el catolicismo, la intensidad de estos rituales llega a su culmen en semana santa y se manifiestan en conductas colectivas como procesiones con imágenes que destacan –a veces con tremendismo-los episodios crueles de la pasión y muerte de Cristo. En los distintos países y regiones suelen haber manifestaciones populares con representaciones protagonizada por los integrantes de los sectores populares con elementos propios del lugar. El vía Crucis de la parroquia Turi, ha cobrado especial importancia, alentado por las corrientes turísticas de los últimos años.
Con de pandemia, se cree que perderán vigor por las medidas anti agrupamientos, lo sabremos la próxima semana. Sin que haya consistencia religiosa, hay otras expresiones populares que se han expandido ampliamente. La fanesca es la presencia gastronómica identificadora de nuestro país que ha dejado de ser un proceso estrictamente popular, al llegar a los chesfs de grandes hoteles y restaurantes que la ofrecen con “especial” refinamiento. Lo religioso es sustituido por reuniones familiares que han desterrado la gula ya que, de alguna manera, se han convertido en comilonas. (O)
