La vida de Moisés

Deseo escribir sobre lo que le dieron a vivir a un niño sudamericano, que llegó como todos nacemos, con la alegría de su familia y con los sueños en su futuro. Me narraron unos damnificados que hoy viven en las esquinas de Cuenca y de muchos lugares de nuestro subcontinente.

Moisés, era humilde y feliz, jugaba en las calles que eran seguras como el patio de su casa y disfrutaba como todos los niños de las canicas, del trompo o el futbol en cualquier espacio y con dos piedras de arco, pelotas de trapo. Con el normal sacrificio, mejoró la economía de la familia y compraron casa, más tarde carro y su vida era de progreso, con el normal y sano esfuerzo que debemos imprimir los seres humanos.

Vinieron las ofertas de los políticos y resentidos que se tomaron el país y ofertaron el oro y el moro y la arepa en abundancia. Habría justicia y equidad social, trabajo para todos, estatización de las empresas, persecución al gestor empresarial, maravillas para el pueblo. El siglo XXI ingresaba a miserabilizar a la rica y petrolera Venezuela, país que brindó trabajo a muchos extranjeros, entre ellos innúmeros ecuatorianos que ganaron muy bien: auto, casas, dinero, etc.  Cambió el curso de la historia la presencia de una praxis política populista y la angustia cubrió la vida de los venezolanos, perdieron trabajo, iniciaron las colas para conseguir alimentos y fármacos, se degradó el servicio eléctrico y la provisión de agua, se mutiló el servicio hospitalario, llegó la pandemia y ya conocemos lo que ocurrió.

Creció la inseguridad, el asalto, la miseria, salvo para aquellos que lisonjean al régimen.  Moisés, pide caridad en las esquinas, no alcanza a limpiar parabrisas, más en sus ojos se ve la tragedia con la cual vistieron la vida de este niño, que no es precisamente, el “Salvado de las Aguas”. (O)

CMV

Licenciada en Ciencias de la Información y Comunicación Social y Diplomado en Medio Impresos Experiencia como periodista y editora de suplementos. Es editora digital.

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